Una multitud los recibió a los jóvenes que estuvieron encerrados en la iglesia Divina Misericordia de Managua.
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“Nos atacaron sin piedad”, denunciaron los estudiantes de la UNAN en Nicaragua

Tras 20 horas de angustia por un asalto de fuerzas a favor del mandatario Daniel Ortega, 200 jóvenes refugiados en un templo de Managua sobrevivieron a la ráfaga de balas y granadas. “Las balas nos pasaban silbando por encima de la cabeza”, dice con el rostro cubierto uno de los estudiantes, otro refiere que “nos atacaron sin piedad”. El episodio de violencia ocurrió entre la noche del viernes y madrugada del sábado. Las manifestaciones contra el presidente ya dejaron más de 300 muertes.

MANAGUA.– Los paramilitares estaban a 50 metros desde donde “nos atacaron sin piedad e hicieron dos intentos de quemar la iglesia con nosotros adentro”, relata el joven, que por seguridad se identificó como “El Negro”.

Tras iniciar el ataque hacia el mediodía del viernes por encapuchados desde distintos flancos, los estudiantes atrincherados en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) buscaron refugio en el templo de la Divina Misericordia, próxima al campus, en el sureste de Managua.

Fue casi un día entero de horror lo que vivieron cerca las dos centenas de estudiantes desalojados de la UNAN, una operación que se saldó con dos muertos y unos 14 heridos, según el cardenal Leopoldo Brenes, quien encabezó una misión para sacar a los muchachos que estaban en el santuario. “No respetaron la iglesia y la imagen de la virgen, el Cristo, todo lo quebraron, las paredes quedaron pasconeadas (agujerear)” por los disparos, agrega con voz quebrada.

Casi en la madrugada del sábado, con riesgo de recibir un disparo, “nos salimos a apagar el fuego, porque se estaba quemando la iglesia con todos adentro”, cuenta el universitario mientras buscaba ansioso a su madre, a quien no veía hace dos meses. Pese a los momentos de suma tensión que se vivieron durante casi 20 horas “no sentí miedo, pero sí mucha impotencia porque ellos nos atacaron con fusiles AK-47, Dragunov y granadas; nosotros solo teníamos morteros artesanales y las barricadas”, manifiesta otro estudiante.

Las trincheras de piedras y adoquines poco les protegieron porque se pulverizaban con los disparos que hacían desde una distancia no muy lejana. El ataque fue tan brutal que se sintió fuerte una explosión cuando “tiraron una granada que pegó en el muro del portón que lo desbarató y por ahí entraron a la UNAN”, agrega. “Mataron a Gerald Vásquez, fue un tiro a la cabeza, no pudimos hacer nada y lo perdimos”, expresó consternado este joven de 22 años, que pidió no ser identificado tras asegurar que continuará en la lucha cívica hasta que se vaya el presidente Daniel Ortega del gobierno.

Otra universitaria relató que a la medianoche (del viernes) “nos quitaron la electricidad y nos empezaron a tirar a la cabeza (…) Miré caer a uno de mis compañeros (Vásquez), como era noche y estaba oscuro hasta en la mañana nos dimos cuenta del otro compañero muerto” en una barricada, refiriéndose a Francisco José Flores.

Los alumnos de la UNAN, la más importante universidad pública del país, tomaron el campus casi un mes después de iniciadas las protestas el 18 de abril, debido al control que sobre ella tenía la dirigencia estudiantil, afín al gobierno de Ortega.

La UNAN era el último reducto en manos de los jóvenes, tras dejar por decisión propia la Universidad Politécnica (UPOLI) ante el constante asedio de la policía y grupos de choque afines al presidente, que intentaban eliminar ese foco de resistencia en el este de Managua.

EL TEMPLO FUE UN “COLADOR” POR LOS BALAZOS QUE RECIBIÓ, AFIRMÓ UN PADRE

 La parroquia Divina Misericordia fue el refugio de unos 200 jóvenes de Managua que se atrincheraron el viernes para ocultarse de las fuerzas del gobierno nicaragüense, que reprimen desde hace casi tres meses las protestas opositoras. Según contó el sacerdote Erick Alvarado Cole, el templo fue un “colador” por los balazos disparados por los leales al presidente Daniel Ortega.

“Fue la noche más terrible de mi vida: estábamos acostados en el piso de la casa cural escuchando las ráfagas de balas”, declaró Alvarado Cole, que junto con el párroco Raúl Zamora fue el responsable de rescatar y asistir durante toda la noche a los jóvenes que fueron sacados violentamente de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) y se refugiaron en la iglesia.

“Murieron dos, desgraciadamente, pero si no se hacía nada hubieran muerto más de 100 jóvenes. A lo mejor nos movimos sin pensar, fue puro instinto”, reflexionó el cura.

Pasado el mediodía del viernes, se enteró de que habían empezado el asedio en la UNAN. Tanto él como Zamora, empezaron a escuchar el enfrentamiento en la calles de Managua y, sin dudarlo, el párroco salió en su auto en busca de algunos jóvenes que necesitaran asistencia. En cuestión de horas el número de refugiados en la parroquia aumentó, así como también el sonido de las balas.

Miedo, angustia y gritos invadieron la iglesia y el hogar de los sacerdotes que está ubicado justo por detrás. Conseguir la calma del grupo fue casi una misión imposible para Alvarado Cole, sobre todo porque los impactos de proyectil fueron prácticamente ininterrumpidos: cada diez minutos. “El templo parece un colador”, refirió.

CONDENA INTERNACIONAL A LA REPRESIÓN DEL GOBIERNO

 Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile y la Unión Europea manifestaron preocupación y rechazo por el ataque contra jóvenes atrincherados en la UNAN y llamaron al gobierno de Daniel Ortega, a parar la represión y buscar una salida democrática.

Los embajadores de la Unión Europea (UE) en Nicaragua expresaron su “gran preocupación” por los bombardeos a estudiantes y periodistas en la UNAN-Managua y exigieron al mandatario a “acompañar las palabras de paz y reconciliación con hechos concretos”.

Encapuchados armados y policías dispararon contra jóvenes que desde el 7 de mayo permanecían en el recinto “Rubén Darío” de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), en protesta contra el presidente.

El gobierno de Chile, en un comunicado de su Ministerio de Relaciones Exteriores, expresó que “observa con gran preocupación estos hechos y la falta de progresos concretos”.

En tanto que Brasil, a través de su embajador en Nicaragua Luis Claudio Villafañe G. Santos, calificó de “inaceptables” los asedios perpetrados por las fuerzas de seguridad y grupos parapoliciales contra estudiantes de la universidad.

Argentina también consideró “inadmisibles las agresiones contra la sociedad civil, eclesiásticos y defensores de los derechos humanos” en Nicaragua y pidió al gobierno parar la represión.

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