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“Offside” para Efraín

Evidentemente, Efraín Alegre se confundió de elección. Pensó que la interna del PLRA era para elegir candidato a presidente  PARA el 2018 y, al alzarse con la victoria, obró en consecuencia. En su primer discurso ya habló de reeditar la alianza opositora que ganó en el 2008, agradeció la “llamada de Lugo para felicitarle por el triunfo” y citó a los actores que integrarían el proyecto para ocupar el sillón de los López, muy convencido de que sería él mismo. Entre “los elegidos” mencionó al Frente Guasu, liderado por el exobispo, y al Partido Democrático Progresista (PDP), de sus íntimos Desirée Masi y Rafael Filizzola. La vio venir muy fácil. Pero se equivocó. Lugo aclaró inmediatamente que no le llamó y que ni siquiera tiene su número, rematando con definiciones políticas que el novel titular del liberalismo debería tomar como un desaire: “Estamos más cerca de Nicanor y de la disidencia de la ANR”, dijo, reafirmando que se postulará nuevamente a la presidencia. Así, a la primera corrida de Alegre, ya le marcaron posición fuera de juego.

Llano, cuyo movimiento es la principal fuerza en el directorio azul, le “recomendó” a su presidente electo “que se quite de la cabeza que será el único candidato” para el 2018 y que cuando se plantee el tema habrán otros nombres, como Miguel Abdón “Tito” Saguier, Blas Lanzoni, Carlos Mateo Balmelli y el suyo. “Es un primer mensaje que recibe Efraín, anticipándose a un diálogo previo que debe haber en el partido. Hay que poner la casa en orden primero, tiene que sentarse a hablar, a dialogar, pese a que no le guste”, señaló el político, a quien uno imagina dándole una palmadita en el hombro a su correligionario, como evidenciando su escasa experiencia en el manejo del partido.

A los principales “cortejados” por Alegre le bastaron solo 24 horas para decirle “nones”. Ahora de vuelta a la realidad. El único capital que realmente detenta es el que proviene de los que le apoyaron el pasado domingo, que no alcanzaron los 150.000 votos, y  de su “socio fiel”, el PDP de la familia Filizzola-Masi, de muy poca relevancia en el escenario político, que nadie sabe a razón de qué, apuesta sin embargo a ser la “bisagra” para unir al liberalismo y la izquierda.

Es probable que la confusión de Efraín, así como la de “Desirée” y su esposo, tenga como base lo ocurrido días pasados en la elección de la mesa directiva de la Cámara de Senadores, cuando, maniobras mediante, lograron imponer a Robert Acevedo como presidente del Congreso, con la anuencia de los disidentes de la ANR, sin importarles nada de nada, más que “derrotar al candidato de Horacio Cartes”.

Entonces se mostraron exultantes, irradiaban felicidad y hasta soberbia. Algunos presentaron a Alegre como “el gran estratega del triunfo sobre el gobierno”, aunque para eso tuvieran que haberle vendido su alma al diablo. Pero una cosa es designar autoridades del Senado, por un año, y otra radicalmente distinta es proyectar a quien ejercerá por cinco años la presidencia de la República.

Esa falta de ubicuidad política la repitieron los mismos actores al conocerse los resultados de las internas liberales, si percatarse que era solo eso, una elección interna para designar a autoridades partidarias. Pero ellos concluyeron que tras lo acontecido en el Senado, más esto último, el poder ya estaba “a la vuelta de la esquina”, hasta que vinieron los baldazos de agua fría de Llano y del exobispo.

Esperemos que ahora, con la cabeza ya más fría, el “efrainismo” salga del “offside” en que se encuentra y ocupe la posición que le corresponde. Su responsabilidad es promover el reagrupamiento del liberalismo y la dinamización de las estructuras organizativas, como punto de partida, lo cual resulta incompatible con persistir en una alocada y extemporánea campaña presidencialista.

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