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Oportunidad fantástica

Entre tanto conflicto y belicosidad entre sectores políticos, de vez en cuando aparecen buenas noticias en los medios de comunicación enfrentados al gobierno, que intentan minimizarlos en pequeños espacios, con los que callan su conciencia sin reconocer que hay cuestiones positivas que informar.

Algunas de estas noticias hablan de los puestos de trabajo que se han creado en importantes obras de construcción que están en marcha. En el barrio San Francisco, que se está construyendo en el predio del RC4, se empleó y se sigue necesitando una gran cantidad de mano de obra, al punto que tuvieron que convocarla a través de los medios de comunicación. Idéntica cosa ocurrió con el súperviaducto de Calle Última, que también está convocando a más trabajadores y que va camino a convertirse en la obra que más empleos está generando hasta el momento, cerca de 300 paraguayos aportando su fuerza de trabajo. Son solamente dos ejemplos.

Esto podría ser calificado como inédito en un país en donde la falta de trabajo y oportunidades ha sido tan grave, que fue el Estado el que se volvió el gran empleador, al que pudieron acceder paraguayos con pocos estudios, sin experiencia, pero con un padrino. Los que no tuvieron esa suerte de convertirse en funcionarios públicos –lo que les garantiza el futuro- inventaron una especie de sub-rubro, vendiendo cualquier cosa en la calle, convirtiéndose en cuentapropistas que, en realidad, deberían llamarse supervivientes.

Un país del que tuvieron que emigrar miles de compatriotas ahogados por la pobreza, cruzando el charco hasta Europa en busca de una vida digna. Porque así era nuestro país hasta no hace muchos años.

Pero las cosas cambiaron; de repente hay convocatoria a paraguayos a los que se ofrecen puestos de trabajo, legales, abiertos a todos, en igualdad de condiciones, donde no se necesita recomendación sino capacidad y dedicación. Todo esto nos indica que este es un nuevo tiempo y, como cada vez que ocurre un cambio, también a lo bueno hay que adaptarse, aprender y prepararse para adecuar nuestra actuación.

Pero no podemos perder demasiado tiempo en este tiempo de aprendizaje, porque el mundo no espera. Las obras tienen que ser terminadas en tiempo y forma, para lo cual se necesita a trabajadores comprometidos con ellas. Hasta ahora, la respuesta a estas convocatorias no es óptima, lo que pareciera una incoherencia en una sociedad que tienen tantas necesidades perentorias y un porcentaje importante de la población que vive bajo la línea de pobreza.

Como dijimos, quizá se deba al tiempo de preparación, necesario ante todo cambio. Pero ya es tiempo de reaccionar. No nos convirtamos en una sociedad asistencialista, acostumbrada a vivir de arriba, de la ayuda de los demás. Los programas del gobierno destinados a ayudar a la gente de escasos recursos, como Tekoporã y otros, no pueden convertirse en la forma de vida de estas familias, sobre todo si tienen la oportunidad de mantenerse a sí mismas con trabajo digno y honesto.

Estos nuevos puestos de trabajo que se están creando por doquier por parte del Gobierno Nacional, están cambiando  la historia del país y pueden ser un primer paso fundamental para empezar a escribir una nueva, la que hace tiempo soñamos vivir.

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