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Leí alguna vez que la oposición política en general se clasifica por las ideas o doctrinas que inspiran a los políticos, sin embargo existe también la distinción de oposición por el método que ésta elige para cambiar al grupo dominante, al establishment, a la forma de gobierno o a la economía y en este sentido se identifican como distintas la oposición pacífica y la violenta.
En todos los casos la oposición política debe tener un argumento que convenza a los potenciales votantes. La participación de una oposición política es crucial para la formación de la cultura política, influyendo de manera normal a la forma de gobierno. De otra manera termina convirtiéndose en oposición por oposición; o sea porque está de moda.
Un sector político con una cierta fuerza –porque está en el Congreso- abusa del crédito que le da el curul de oposición. No aporta, no resuelve y se enfrasca en una lucha que se mas parece una guerra personal. Y es está resultando muy caro.
En varios puntos considerados importantes por el Ejecutivo y exigen intervención del Congreso algunos de los opositores lo toman como una suerte de herramienta o arma en contra.
El proyecto crediticio de US$ 200 millones para obras públicas, el de Salario Mínimo son asuntos primordiales para la economía, menos para un sector del Congreso y ante la urgencia proponen palos a la rueda. La idea es oponerse, solo eso.
La prueba más que palpable fue el proyecto de salario mínimo. Pasaron varias semanas desde que se presentó el proyecto y se trató sin dictamen. ¿Desidia? No eso hasta podría considerarse una inocente excusa. Fue hecho a propósito; nunca hubo intención de ser tratada y se apuraron los opositores porque se les venía encima la fuerza de los trabajadores.
Decía antes que algunos políticos llevan la lucha opositora al terreno personal, no debate ideas. Varios congresistas se rasgaban las vestiduras cuando Francisco de Vargas ejercía el ministerio del Interior; y acusaban a Cartes de mantenerlo, y ambos centros de ataques y amenazaban con el juicio político. Se fue De Vargas y como por arte de magia cesaron los ataques.
Hablar de paz no es rentable para el opositor; el dirigente que plantee tan siquiera una posibilidad de un escenario de diálogo automáticamente será destruido.
Es una encrucijada, aparecer ante los medios como dirigente inflexible; protector de los buenos e implacable contra los malos y todo por lograr un puñado de atención de votantes; probablemente también manipulados que les siga en juego en el negocio de ser opositor.
La idea es lograr que algunas hordas enojadas griten contra el poder de turno; solo por gritar; por posicionar al líder que a la hora de negociar espacios no podrá plantear nada porque no tiene planes; solo mas gritos vacíos. Ese es el opositor que hoy ocupa espacios en los medios.
Hasta el momento un solo líder opositor propuso alguna alternativa. No es solo del gobierno la responsabilidad de presentar propuestas y cuestionar la del Parlamento. Eso ya no existe. Pero es evidente que el discurso opositor; de barricada sigue siendo rentable, pero no gana elecciones.
