Oscar Acosta y Menchi Barriocanal, periodistas y esposos.
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Óscar y Menchi, ¿Víctimas?

ASUNCIÓN.- Los periodistas Óscar Acosta y Menchi Barriocanal ahora fungen de víctimas y presumen que son perseguidos por el presidente Horacio Cartes, quien dijo públicamente que ambos deberían estar detenidos por el papel que desempeñaron el 31 de marzo, al instigar a la violencia y reclamar la presencia de la ciudadanía en la plaza frente al Congreso.

No cualquiera puede tener un micrófono o una cámara de televisión a su disposición puesto que debe saber que tiene una terrible responsabilidad con la opinión pública, la cual es muy susceptible a los mensajes que recibe a través de los medios, mucho más cuando son lanzados por periodistas que tienen algún grado de credibilidad.

Esto es lo que hicieron mal Óscar y Menchi ese día que terminó con patoteros quemando el edificio del Congreso y un joven asesinado por la Policía. Desde que empezaron las primeras escaramuzas frente a la plaza del Legislativo, ambos tomaron por su cuenta las cámaras de Telefuturo y desde allí alentaron a la gente a acudir al lugar y formar parte del terrible circo montado por Efraín Alegre, Rafael Filizzola y sus secuaces.

Desde que la Fiscalía inició las investigaciones sobre lo ocurrido esa tarde, desde estas páginas hemos insistido en que no solamente deben ser imputados los que protagonizaron los hechos y los desmanes, sino también quienes los incitaron a hacerlo, tanto políticos como periodistas, los que, amparados en la libertad de prensa, cometieron un claro delito al aumentar el ambiente de crispación que ya estaba bastante fuerte.

Es justo y válido que en tiempos de crisis, no se pueda exigir una total objetividad a quienes hacen de la comunicación su forma de vida. Los periodistas pueden y deben tomar posturas claras de acuerdo a sus creencias, pero lo que no pueden ni deben hacer es manipular los hechos y teñirlos de acuerdo a sus intereses o a los de sus patrones.

La tarde del 31, Óscar y Menchi no defendieron sus ideas, sino que cumplieron órdenes de su patrón, Antonio J. Vierci, señalado por mucha gente como un delincuente al que califican como el “primer contrabandista en la historia de la República”. Así que no pueden, ahora, presumir de coherentes y valientes defensores de la verdad y la democracia, ya que lo único que hicieron fue prestarse al juego del patrón, manipulando los hechos para adaptarlos a sus intereses.

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