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¡Otra vez la burra al trigo!

Después de varios años de tener que soportar la prepotencia y ganas de perjudicar a la mayoría de la ciudadanía de las que hacen gala los disidentes y opositores del Senado, ya estamos lo suficientemente hartos como para pedir un poco de coherencia y sentido común a esta clase política que, para colmo, tiene pretensiones de ganar el poder en el 2018.

El proceso de construcción de la nueva central hidroeléctrica sobre el brazo Aña Cuá de la Hidroeléctrica Yacyretá es irreversible. Eso lo sabemos nosotros y lo saben ellos. Pero a pesar de todo son tan perjudiciales que buscan cualquier manera para boicotear el proceso, que ya inició a pesar de los pataleos y del que no hay vuelta atrás.

En los acuerdos bi o multinacionales la participación del Congreso está especificada en los tramos correspondientes. Esto ocurre claramente con las 2 binacionales que tenemos, Itaipú y Yacyretá, en donde sus respectivos tratados indican en qué casos se dará intervención al Legislativo y en cuáles bastará con la firma del representante del Ejecutivo, es decir, el presidente de la República.

En el caso de la EBY, cuando se trata de nuevas obras no se incluye la necesidad de incluir la participación del Congreso sino queda a criterio de los presidentes de Argentina y Paraguay establecer los acuerdos para que las mismas se realicen.

Aña Cuá es un viejo sueño argentino que también resulta muy conveniente para nuestro país. Si no se inició antes el proceso fue simplemente porque el Gobierno Nacional exigía que antes de iniciar nuevas obras, se solucione el problema de la supuesta deuda que nuestro país mantenía con la entidad.

Luego de arduas negociaciones esto se solucionó, con claros beneficios para el Paraguay, aunque desgraciadamente no puede aún formalizarse, debido a que senadores de la disidencia y la oposición tienen previsto rechazar los términos del acuerdo. No obstante, superadas las divergencias con el vecino país, el gobierno nacional está decidido a llevar adelante la nueva obra, que solamente contempla beneficios para nuestro país.

Hasta aquí, todo claro. Por lo tanto se inició el proceso con el llamado a licitación pública internacional para la construcción de la obra en la EBY sin que se haya pasado el tema por el Congreso, no porque el gobierno tuviera intención de actuar de manera oscura y retorcida, sino, sencillamente, porque en ningún lugar del tratado se establece que las cámaras tengan injerencia en estas nuevas obras a ser construidas.

Pero no hay caso. El grupete no permitirá que un proceso claro y transparente, que redundará en beneficios para todo el país, pueda concretarse sin que sus miembros puedan meter la nariz y, de ser posible, sacar algún provecho.

La verdad es que esta actitud irracional ya tiene cansada a la mayoría de la ciudadanía. Un rato nomás parece interesante ese que no cree en historias oficiales y todo lo cuestiona. Cuando persiste en sus trece más allá de la realidad y los hechos, lo que genera es malestar y hastío. Esa mala costumbre de tanto ir la burra al trigo cansa hasta al más paciente y tolerante ser humano.

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