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ASUNCIÓN.- Enrique Bacchetta dijo en el plenario del Senado que demandó al exministro Rafael Filizzola por el caso de la compra irregular de helicópteros para la Policía Nacional, por orden del presidente Horacio Cartes, de quien era abogado en esa época. Olvidó que la relación abogado-cliente está protegida por el secreto y se expone a una denuncia que puede cancelarle la matrícula.
Bacchetta era carne y uña con Cartes hasta el año pasado, cuando el jefe de Estado decidió no apoyar la candidatura de Mario Abdo Benítez a la Junta de Gobierno. Hasta entonces, el legislador era abogado, consejero y excelente amigo del presidente y desde ese momento se convirtió en su feroz enemigo.
En el tiempo del romance, Bacchetta, como abogado de Cartes y obedeciendo sus instrucciones, impulsó varios procesos judiciales como lo haría cualquier asesor ante cualquier cliente. Hasta en las series de televisión se sabe que el secreto abogado-cliente es tan fuerte como el secreto de confesión. Esto significa que ni antes ni después de la relación se puede hacer público lo que ocurre en la relación.
Pero esto parece que no lo sabe el senador disidente, quien, en su empeño por ensuciar todo lo que pueda al presidente, está dispuesto a cualquier abuso, hasta a violar reglas claras y vigentes. Así que con el micrófono abierto y sin ningún rubor, utilizó la plenaria del Senado para decir que él demandó a Filizzola solamente porque se lo ordenó Cartes, sin pensar por un segundo siquiera que estaba cometiendo un delito que le podría costar la matrícula como abogado.
El problema de Bacchetta es que ahora es “cuate” de la esposa de Filizzola, Desirée Masi, a quien –dicen- le tiene bastante miedo por lo mandona que es. Así que cada vez que se juntan para planear sus varias tropelías se siente un tufillo de incomodidad ya que ella lo ve a él como el responsable de todas las angustias que pasa su, hasta ahora, intocable marido.
Eso fue lo que hizo que en la sesión, cuando el oviedista Jorge Oviedo Matto recordó que no siempre fue todo color de rosas entre Bacchetta y Masi, el senador disidente se sintió en la obligación de culpar de todo a Cartes, aún a riesgo de recibir algún castigos por haber violado una de las reglas de oro del Derecho.
