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ASUNCIÓN.- Cuando se esperaba que en la primera sesión del año el Senado priorizara alguno de los importantes temas pendientes, lo más importante que ocurrió fue que la pastora María Eugenia Bajac utilizara el pleno como púlpito religioso y que Paraguayo Cubas, de nuevo, se descontrolara y ofendiera a diestra y siniestra. Si así es como se manejará la cámara durante este período, el panorama se presenta bastante feo.
Bajac asumió como senadora por el PLRA en julio del año pasado y desde entonces pasó absolutamente desapercibida, salvo por algunas denuncias en contra de su padre, el exministro de la Corte, Óscar Bajac. No se la conoce ni por sus intervenciones importantes en el plenario, ni por su decisiva participación en alguna de las comisiones, ni por haber presentado algún proyecto fundamental para el país.
Parece increíble, pero cuando por fin se destacó en algo como senadora, en realidad fue por actuar como pastora evangelista y realizar una oración pública, en la que obligó a participar a la mayoría del plenario, aunque algunos permanecieron sentados, en una abierta violación a la disposición constitucional que dice que el Estado paraguayo es laico, por lo que se deduce que las dependencias públicas no pueden ser utilizadas para actividades religiosas de ninguna naturaleza.
De Cubas ya no extraña nada. A lo largo del período legislativo del año pasado, ha dado suficientes muestras de que sufre un alto grado de esquizofrenia, que demuestra atacando, agrediendo, ofendiendo a sus colegas, a los funcionarios, a las mujeres y a quién se le antoje.
Aunque luego de haber agredido a varios colegas en una sesión extraordinaria que se realizó días atrás, por no defender a Enrique Bacchetta y a Ulises Quintana, tanto el presidente Silvio Ovelar como otros senadores dijeron que en este período no aceptarían más este tipo de actuaciones y que aplicarían el reglamento interno, suspendiéndolo, lo cierto es que el jueves, cuando otra vez, víctima de un nuevo ataque, gritó, se descontroló y ofendió, especialmente a Ovelar, a nadie se le ocurrió exigir la aplicación de la sanción prevista.
Mientras el circo, nuevamente, se apodera del plenario del Senado, están aguardando que los legisladores “tengan tiempo” para tratarlos, proyectos fundamentales como la reforma tributaria, el paquete de leyes contra el lavado de dinero y el crimen organizado, la reglamentación de la pérdida de investidura y la reforma electoral, por citar solo algunos de los más importantes.
