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Patoteada selectiva

La entrevista que intentó hacer Benjamín Livieres al senador efrainista Luis Alberto Wagner parece una tomadura de pelo por parte de este último, quien evitó en todo momento referirse a lo que realmente el periodista le preguntaba y evitó, una y otra vez, la posibilidad de sentar postura sobre un tema que, por lo visto, le ponía bastante incómodo.

Lo único que pretendió el conductor del programa fue que el liberal diera su opinión sobre la actitud de su colega y correligionario, Robert Acevedo, quien pretendió impedir que una delegación fiscal decomisara productos de contrabando de un negocio de Pedro Juan Caballero, que estaría asociado políticamente con él y su hermano José Carlos, el intendente de la ciudad.

A pesar de su insistencia, no hubo caso de conseguir una respuesta mínimamente coherente de Wagner, quien hasta no hace mucho parecía tener la suficiente racionalidad para entender una pregunta y contestarla de manera correcta.

Y mientras se iba por las ramas, el legislador dijo muchas estupideces, como cuando pretendió justificar la patoteada de Acevedo diciendo que la intervención de la Fiscalía era “selectiva”, por lo cual no había por qué respetarla. Para colmo, afirmó que casi todos los fiscales son “unos hijos de puta”, así que desobedecer su accionar, aunque esté amparada por una orden judicial, era casi un acto de heroísmo y compromiso cívico.

A lo largo de toda la entrevista, Wagner planteó temas que no tenían nada que ver con el motivo de la misma. Criticó a los fiscales por no combatir el contrabando de yerba mate y cigarrillos y recordó alguna actuación del Ministerio Público en comicios en el interior del país, en donde de manera arbitraria los agentes y la Policía impidieron que votaran simpatizantes de la oposición. Fue en vano que Livieres intentara una y otra vez centrar la entrevista hacia el tema que la había originado.

Pero todo esto podría ser meramente anecdótico. Salvo que Wagner haya perdido la razón y esté desvariando, su actitud debe responder a un esquema montado por el oficialismo liberal, que evitando respuestas concretas hacia lo actuado por Acevedo, pretenden confundir a la opinión pública y evitar la incómoda situación de tener que criticar a uno de los suyos.

Con una risita burlona, finalmente, el legislador cortó la entrevista sin responder, en serio, ninguna pregunta. Y si con ello pretendió dejar en ridículo al periodista, se equivocó, porque lo único que quedó en evidencia fue su postura complaciente y servil con un correligionario suyo que no debería llegarle ni a la altura de los talones, puesto que es un personaje turbio, sospechoso de pertenecer a la mafia del narcotráfico de los carteles del Amambay. Nada que ver con él mismo, un político que empezó de abajo y que fue subiendo con trabajo y mucho esfuerzo, sin el apoyo de ningún grupo de delincuentes.

Ayer, el viejo político y luchador Luis Alberto Wagner quedó en ridículo, y lo hizo por un sujeto que no debería merecer ni su respeto ni su apoyo.

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