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Pilcomayo en emergencia desde hace casi un siglo

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

Paraguay sigue siendo uno de los pequeños santuarios ecológicos del mundo, con una gran variedad de especies de la fauna como de la flora, las limitaciones tecnológicas, como del desarrollo de la agro-industria ha frenado naturalmente el avance del “modernismo” y aún podemos hablar de pequeñas reservas forestales como faunísticas a pesar del fenómeno del Pilcomayo.  

Hoy, como casi todos los años en que el río Pilcomayo no recibe la suficiente cantidad de agua proveniente de las montañas bolivianas, de nuevo el principal curso de agua que baña el Chaco Sudamericano de oeste a este con sus más de 2 mil kilómetros de extensión es nota de tapa y de titulares de los medios masivos de comunicación.

Una vez más se lo declara al río Pilcomayo en emergencia ambiental, debido a la crisis que se registra en el cauce hídrico, donde varios animales mueren a consecuencia de la falta de agua, se sabe además que enormes superficies destinadas a pastoreo están desiertas, lo que ocasiona la extinción de la vegetación de la zona.

Con la declaración de emergencia ambiental, se buscará nuevamente recomponer el ecosistema y paliar en forma inmediata y urgente la disminución significativa del caudal ecológico del río Pilcomayo y los cauces en el lado paraguayo, para garantizar los derechos socioambientales.

Esto significa un gran compromiso a la Secretaría del Ambiente (SEAM), el cumplimiento inmediato de sus obligaciones legales y reglamentarias, que garanticen el restablecimiento del ecosistema del río.

La SEAM ya tiene identificados 4 puntos donde hay acumulación de animales silvestres afectados por la sequía, como nunca se viene tomando interés al tema y se espera que la sociedad civil y las instituciones no gubernamentales que operan en el país contribuyan por el restablecimiento ecológico en la zona.

Será de sumo valor igualmente el aporte de la Comisión de Energía, Recursos Naturales, Población, Ambiente y Desarrollo Sostenible del Poder Legislativo y la Comisión Nacional de Defensa de los Recursos Naturales (CONADERNA), a constituirse como comisión especial de monitoreo de las acciones realizadas por las autoridades ambientales.

Pero tanto la SEAM como las comisiones especiales, las autoridades; del Ministerio Público, los jueces, las de las gobernaciones departamentales, de los municipios de influencia y los propietarios de la vasta región chaqueña deben comprometerse en serio en velar esta región, antes que se convierta definitivamente en un gran desierto.

Deben terminar las incoherencias en un país que llora por la mortandad de animales silvestres, los yacarés, carpichos, tapir (mborevi) y miles de peces así como otros anfibios muy poco mencionados porque viven la mayor parte del tiempo sumergidos.

No se escucha la misma voz de alerta ante la deforestación que se viene dando al galope en todo el territorio nacional, tampoco en los casos de la venta desmedida y ofensiva de los animales silvestres en todo el territorio nacional como la tenencia en cautiverio de los mismos en poder de “Grandes Varones Ecologistas”.

A todo esto si sumáramos las represas, el uso indebido de todos los cursos de agua para los desagües hasta cloacales como lo hacen los propietarios de industrias y la misma ESSAP terminaremos como siempre mirándonos a los ojos con una mea culpa generalizada.

El problema de la colmatación del Pilcomayo no es algo nuevo, se trata de un fenómeno del que empezaron a comentar los mismos soldados que estuvieron defendiendo el territorio nacional durante la Guerra del Chaco, en el entonces impenetrable infierno verde. A casi un siglo, poco o nada se ha hecho en el lado paraguayo para corregir la colmatación que evita que el agua ingrese a territorio paraguayo.

Hoy resulta fácil en un año en que se habla tempraneramente del proselitismo del 2018, echar la culpa a los gobernantes actuales sin considerar los errores o desidias que está a punto de cumplir su primer centenario, mientras la fauna y la flora guaraní tiende a extinguirse.

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