Inicio / La visión de ADN / Pobre feligresía

Pobre feligresía

El papel de la Iglesia Católica fue fundamental a lo largo de toda la historia de nuestro país. Los curas fueron mucho más allá de su papel de pastores en tiempos tan cruciales como la dictadura stronista, donde arriesgaban sus vidas desde el púlpito, sentando valiente postura en contra de los abusos del dictador.

Jamás tuvimos pastores tan pobres, inocuos y vacíos como los de ahora, especialmente en lo que se refiere a la cabeza de la iglesia, el arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, quien no solamente tuvo una actitud débil y encubridora con curas denunciados por pedofilia, sino que ahora pretende transmitir a los jóvenes que deben emular a alguien que hizo de la violencia y la grosería su forma de hacer política.

En un reciente congreso juvenil, desde el púlpito, Valenzuela instó a los chicos y chicas presentes a que sigan los pasos de “ese senador loco”, refiriéndose al senador Paraguayo Cubas, quien es conocido por su actitud agresiva y violenta, pateando puertas, dando cintarazos a sus colegas, y agrediendo a las mujeres que trabajan en la cámara, tratándolas de prostitutas.

¿Qué ejemplo es el que pretende dar monseñor a quienes confían en los pastores de la Iglesia como los formadores de su espíritu y conciencia? ¿El de un hombre que hizo de la violencia su forma de expresión y su presunta vía para conseguir sus objetivos? ¿Así es como piensan que llegará el nuevo Paraguay, el Paraguay Jaipotava?

Nosotros no creemos que Payo Cubas deba ser ejemplo de nada, ni que la violencia y la grosería sean los caminos a seguir para lograr un país más solidario con sus habitantes. Tampoco pensamos que para enfrentar con éxito la corrupción y la impunidad que imperan desde hace siglos, se las deba enfrentar con cintarazos y patadas.

Nadie defiende la hipocresía de una clase política por demás desgastada y con serias cuentas que rendir a la ciudadanía. ¿Pero combatirla a los puños? No, definitivamente. Estamos convencidos de que la firmeza en las intenciones no tiene nada que ver con la violencia. De hecho, el papel que desempeñan en este momento los fiscales que tienen causas en las que están involucrados poderosos políticos, es fantástico. Han demostrado que no les ha temblado la mano a la hora de firmar imputaciones y pedidos de detención para quienes hasta ahora consideraban a las cámaras del Congreso como el escondite ideal para delincuentes.

Ni Lorena Ledesma, ni René Fernández ni Liliana Alcaraz necesitaron salir a cintarajear a nadie. Tampoco lanzaron groserías en contra de los imputados. No lo necesitaron. Tenían la verdad y el convencimiento de que su papel era buscar la verdad y ayudar a la Justicia, y con eso les bastó.

Este debería ser el tipo de ejemplo que tome monseñor Valenzuela para hablar a los jóvenes. Porque él debería saber muy bien que la valentía no tiene nada que ver con la agresión ni la grosería. Pastores católicos valientes, como Ismael Rolón, no necesitaron cintarajear a ningún cómplice de la dictadura, ni defecar en el despacho de Stroessner, ni patear puertas, para hacer llegar la verdad y denunciar los excesos del régimen.

Pobre de esta feligresía paraguaya, que debe estar en manos de pastores como monseñor Valenzuela, cobardes a la hora de sentar postura sobre temas candentes como la pedofilia de curas católicos, y adoradores de ídolos con pies de barro.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …