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Podía ser una fiesta, pero fue un fracaso

En el afán de confrontar permanente y abiertamente con el Gobierno, encararon el aniversario de “la primavera” como si de entonces a esta parte no hubiera pasado nada, como si todo siguiese igual. Pero esto no se corresponde con la realidad. Apenas hace alguno meses, el 5 de mayo, lograron la renuncia de la entonces ministra de Educación Marta Lafuente y la designación de un reemplazante que cambió drásticamente el relacionamiento entre esa cartera de Estado y los estamentos del sistema educativo, comenzando por el de los estudiantes. A esto se suma las decenas de millones de dólares que se están destinando a reparar las instalaciones de escuelas y colegios de todo el país. Y tan importante como lo anterior, el presupuesto para educación del 2017 contempla un incremento del 9% con respecto al que actualmente está en ejecución.

En abierto contraste con la marcha multitudinaria de hace un año, que se bautizó como la “primavera estudiantil”, la de ayer solo pudo congregar a cerca de 1.000 manifestantes en Asunción, incluyendo entre ellos no solo a los jóvenes de secundaria, sino también a docentes y universitarios que se sumaron a la protesta, y poco menos de 300 en Ciudad del Este. Este hecho es el que debe ser objeto de una serena evaluación, para determinar porqué motivos la primera movilización fue un éxito rotundo y la segunda no. Lo demás no hace al fondo de la cuestión, desde las botellitas de agua lanzadas al ministro de Educación, Enrique Riera, pues nunca faltan los desubicados que empañan una protesta pacífica, hasta la supuesta “pérdida de confianza” del estudiantado hacia el secretario de Estado, dado el carácter minoritario de las manifestaciones.

Frente a la irrupción del estudiantado que tuvo lugar el 18 de setiembre del año pasado, en la que miles de jóvenes se lanzaron a las calles y llenaron las plazas frente al Congreso, la jornada de ayer solo puede calificarse como un fracaso. Y no es para celebrarlo, porque la participación de los jóvenes en el quehacer nacional es de fundamental importancia, no solo para la conquista de sus propias reivindicaciones, lo cual es obvio, sino para el desarrollo y consolidación de la democracia, que difícilmente encuentre mejores promotores y defensores que ellos.

Para hallar las cusas de este “traspié” basta que hurguemos un poco en el rol pernicioso que desempeñan los que ya egresaron de la secundaria, los famosos “asesores”, pertenecientes en su mayoría a los más variados partidos y grupos de izquierda, aunque muchas veces un asuman sus verdaderas identidades políticas. Estos equivocaron la estrategia de cabo a rabo y detrás de ellos, lamentablemente, toda la cúpula de las organizaciones que aglutinan a los estudiantes, de quienes, por tal motivo, esta vez no obtuvieron su respaldo.

En el afán de confrontar permanente y abiertamente con el Gobierno, encararon el aniversario de “la primavera” como si de entonces a esta parte no hubiera pasado nada, como si todo siguiese igual. Pero esto no se corresponde con la realidad. Apenas hace alguno meses, el 5 de mayo, lograron la renuncia de la entonces ministra de Educación Marta Lafuente y la designación de un reemplazante que cambió drásticamente el relacionamiento entre esa cartera de Estado y los estamentos del sistema educativo, comenzando por el de los estudiantes. A esto se suma las decenas de millones de dólares que se están destinando a reparar las instalaciones de escuelas y colegios de todo el país. Y tan importante como lo anterior, el presupuesto para educación del 2017 contempla un incremento del 9% con respecto al que actualmente está en ejecución.

Así, los “asesores” y organizaciones a las que estos pertenecen, privaron a los jóvenes de lo que tenía que ser una fecha para festejar las conquistas que obtuvieron merced a su irrupción en el escenario, para consolidarlas e “ir por más”, en un futuro próximo.

De haber procedido de esta manera, es muy probable que los actos de la víspera hubiesen sido exitosos, arrojando como resultado el robustecimiento del movimiento. Lastimosamente no lo hicieron y cosecharon un fracaso, del cual deben extraer las lecciones pertinentes, como recuperar su autonomía, y reubicarse en el escenario para encarar los próximos desafíos.

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