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Prensa independiente, nada más que un mito

Ni los medios de comunicación ni los periodistas que trabajan en ellos son “independientes”. Y no está mal que así sea; lo malo es que algunos no asuman con honestidad sus posiciones, para que el público que consume el producto periodístico sepa el ángulo desde el cual se elaboró la información o se realizó el análisis. Esto, en los países más avanzados se expone con total claridad y que a nadie resulta extraño, en el nuestro sin embargo está oculto bajo un gigantesco manto de cinismo e hipocresía. Aquí, la prensa y los periodistas “independientes” arremeten una y otra vez contra quienes tienen la “osadía” de apoyar tal o cual medida del gobierno o, menos que eso, tan solo divulgar obras que son de importancia para la nación, a quienes inmediatamente “satanizan” tildándolos de “oficialistas”, como si eso, en sí mismo, fuera delito.

A decir verdad, de “independientes”, esos medios y esos periodistas nada tienen”. Todos ellos hicieron y hacen sus apuestas, solo que tratan de “maquillarlas” para supuestamente ser más creíbles ante los lectores, oyentes o espectadores de TV, a quienes engañan alevosamente en su buena fe. Lo hacen los medios de “Grupo Vierci”, cuya estrategia fundamental es bombardear contra el Ejecutivo y dar amplia difusión a los “HCfóbicos” del ámbito que fueren, desde el stronismo más recalcitrante hasta los grupos campesinos más radicales. Lo hacen ABC color y su nueva radio, el primero de los cuales, recordará el lector, en una ocasión llamó a votar por un candidato a intendente el mismo día de las elecciones, en abierta contravención a las leyes electorales. Y así podríamos seguir con muchos más ejemplos, de medios y periodistas afines a “Marito”, otros a “Efraín” o a Fernando Lugo, aunque la línea divisoria es siempre entre los considerados “oficialistas” y, en la vereda de enfrente, los “opositores”.

Sin el menor afán de justificarla, debemos entender que la prensa paraguaya es en gran medida el reflejo de una sociedad que, ciertamente, está avanzando, pero aún conserva una elevada dosis de maniqueísmo. Una sociedad que se divide entre los que están a favor de alguien o de algo, y los que están en contra, entre “buenos” y “malos”, “zurdos” y “fachos, “blanco” y “negro” o, al decir del dictador Sstroessner, “café” o “leche”, aunque la realidad sea infinitamente más rica y abarque una amplia gama de opciones.

En ámbitos de la prensa, lo mejor que le podría ocurrir a ésta y al público que la sigue es que madure y que cada medio, así como cada periodista, asuma lo que es y defienda de manera transparente aquello de lo que está convencido, como lo hacen en otras latitudes.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, que para muchos es un modelo de democracia y de prensa independiente, un diario utilizó su espacio editorial para hacer un llamado a los latinos a “votar masivamente por Hillary Clinton”. En uno de sus párrafos sostiene que “en una contienda apretada, una presencia fuerte de votantes latinos podría asegurarle la victoria a la candidata demócrata, Hillary Clinton, en estados claves. También podría alterar la manera en la que los partidos políticos perciben e interactúan con el electorado hispano. Eso dejaría muy claro que los latinos están ayudando a forjar el destino de una nación que siempre se ha fortalecido dándole la bienvenida a nuevas generaciones de inmigrantes”.

Y alguno tal vez se preguntará, qué diario es ese, tendría que ser “independiente”, o se consuele pensando que seguramente se trata de una publicación de algún alejado condado. Lamentamos decepcionarlos. Hablamos del “buque insignia” de la prensa occidental, del “New York Time”, en su edición de sábado.

A los que en nuestro país se jactan de ser “independientes”, se lo suplicamos por el bien de todos: Hagan como el “Time”. Sean honestos.

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