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¿Por qué Pucheta no y sí Petta?

El Frente Guasu y su aliado, el efranismo liberal, se revuelven indignados ante la posibilidad de que los colorados consigan la mayoría necesaria para elegir a la exministra de la Corte Suprema de Justicia, Alicia Pucheta, como vicepresidenta de la República.

No tienen ningún argumento valedero, como casi siempre, en todas las posturas que asumen, venales y antojadizas. Pero en el caso de la exjueza resulta inentendible tanta irracionalidad, ya que no dan un argumento adecuado, como si fueran criaturas que se oponen a lo que quiere el vecino, simplemente porque fue él quien lo planteó.

Pucheta es una mujer que rompe esquemas y que jamás necesitó de ninguna Ley de Paridad para conseguir ser reconocida por sus méritos. Siempre es la primera en lo que decide emprender, y va haciendo camino para otras congéneres que luego tienen la senda más allanada.

Esto, en cualquier otro país, con una oposición seria y coherente, sería motivo de admiración y justificaría más que nada que se la elija para ocupar un alto cargo en el Ejecutivo. Sin embargo, la cosa es bien diferente en Paraguay. Aquí, cualquier sugerencia que provenga del gobierno es mal vista, porque sí, porque es lo que se usa, sin importar que los argumentos a favor de la elección oficial sean solventes.

Lo más absurdo es que esta gente presume de apoyar la famosa ley “fifty fifty”, con la que se impondrán las candidaturas de mujeres del mismo modo como se imponen los varones, sin idoneidad ni preparación, solo por pertenecer a uno u otro sexo, como si el manejo del Estado fuera cuestión de los órganos de reproducción y no de la lucidez mental o capacidad.

Y así, mientras alientan la igualdad sin importar que con eso alienten también la mediocridad en el poder, se oponen de manera sistemática a cualquier mujer que sea capaz y superior a la mayoría de los hombres en el cargo que ocupan y en el trabajo que hacen.

Porque no olvidemos que hace poco nomás el escándalo era en contra de Sandra Quiñónez, la elegida por Cartes para ocupar la Fiscalía General del Estado. En ese momento, el terrible argumento en contra era que la fiscala, de impecables antecedentes y limpia y valiente trayectoria en la Unidad Antisecuestros, era colorada y la favorita del presidente, algo imperdonable según esa mente chiquitita y simplista que prima entre los opositores.

Ahora el tema es Pucheta, quien también fue elegida por Cartes, lo que demuestra que el presidente de la República tiene la apertura necesaria para reconocer la capacidad en donde la encuentre, sin importar a qué género pertenece el candidato. Pero, además, demuestra a las claras que, sin importar las veces que griten a favor de la igualdad y de la paridad, los representantes de la oposición tienen serios problemas de tolerancia cuando es una mujer la que puede competir con ellos, con serias posibilidades de ser mejor.

¿En qué mente puede caber la posibilidad de preferir a Eduardo Petta en lugar de Alicia Pucheta? Solo en la de estos personajes que, por si les faltaran defectos, también pueden ser sindicados como misóginos.

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