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¿Quién defiende a Juan Pueblo?

En el gobierno de Horacio Cartes se tomaron una serie de decisiones que tenían como destino final, facilitarle la vida a los paraguayos, hacérsela más fácil, más llevadera. Por supuesto que tales determinaciones tenían su costo, en lo político, sí y coletazos duros; en lo económico porque suponían cortar algunos “chorros”, como el de Itaipú, y también lógicamente, ajustarse los cinturones con el presupuesto estatal.

Costaba, pero salía, como dirían los brasileños.

Vamos a ocuparnos de casos concretos, como siempre, cuando se habla del gobierno de HC, hay números que mostrar, para que las aseveraciones sean indubitables e irrebatibles.

Primero, el transporte público. El gobierno subsidió una enorme partida de vehículos cero kilómetro, con aire acondicionado, con facilidades para minusválidos, grandes buses, nunca vistos en las calles de Asunción.  Se reemplazó en buena medida a los “colectivos” chatarras que atormentaban a la población. Ese trabajo, magnífico y nunca reconocido suficientemente, quedó a medias.  Habrá que ver si se lo continúa o todo queda “hasta ahí”, con su secuela de pauperización progresiva de las condiciones de vida de los compatriotas que trabajan y que sufren cotidianamente este mal de añares en nuestro país.

Luego, el tema de los combustibles. Se hicieron malabarismos para cortar todos los “gastos superfluos”, léase coimas y demás y por primera vez en la historia se marchó en contra de los intereses de las grandes distribuidoras, ejecutoras de un monopolio salvaje que toda la vida manipuló a su antojo los costos de tan estratégico producto.

¡¡¡Se bajó el pasaje en varias ocasiones!!!  Se redujeron los precios de los combustibles cuando así lo ameritaba la situación internacional. ¡Ingueroviable! Se subsidió en otros casos porque el problema iba a ser mayor con una escalada de precios que saldría en contra del pueblo consumidor pequeño, como siempre.

Da la impresión que en esta materia, las cosas volvieron a ser como “antes” cuando todo estaba a favor de las operadoras. De hecho, la nueva titular del ente estatal, era (¿o es aún?) una alta ejecutiva al servicio de quienes manejan este negocio. Ahora, con el primer movimiento de precios no sabemos si hacia arriba o hacia abajo, hay informaciones contradictorias, ya subieron los precios y el ente estatal que antes se plantaba y obligaba a regular las cosas, también lo hará, siguiendo el libreto de los privados.

Anuncian incluso la suba del precio del gas doméstico. Y bastante considerable. El esfuerzo que hizo el gobierno de Cartes en este rubro asimismo fue inmenso. “Ñande Gas” rompió tranquilamente el oligopolio que también existía en este rubro y le fue bien…a Juan Pueblo, que obtenía el producto, vital para su economía, a precios realmente bajos.  Acabó todo eso. Una irreconocible Petropar no hace más que anunciar futuros aumentos. Terrible.

Son demasiados errores de arranque. Aunque algunos –debemos decirlo- han sido rectificados como el tema del Metrobús y Añá Cuá.

Pero no basta. Estos golpes que está recibiendo la ciudadanía y que incidirán en una escalada de aumentos, hará que arrecien las protestas sociales en cualquier momento.

Parafraseando al Chapulín Colorado, podríamos exclamar entonces: Ahora, ¿quién podrá defendernos?

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