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Razón tiene Filártiga

Emergencias Médicas o el Hospital del Trauma de Asunción absorbe en días absolutamente normales, una enorme cantidad de trabajo. El caótico tráfico capitalino y el enjambre de motoqueiros cuasi suicidas, sin equipamiento adecuado  y con un analfabetismo semiabsoluto en materia de las leyes del tránsito, conforman un horrible caldo de cultivo para que menudeen los accidentes, por lo que casi siempre todas las camas del nosocomio están ocupadas.

En vísperas de la celebración de la Navidad, su director, el conocido Dr. Aníbal Filártiga, hizo declaraciones a la prensa que evidenciaban su cansancio  por la casi nula repercusión de sus mensajes, advirtiendo a la gente que se cuide con las bebidas alcohólicas y demás, porque ellos saben  perfectamente donde finalmente va a parar el problema…a sus quirófanos.

Y el galeno experto en traumas tiene una fría estadística que habla de que muchísimos de los traumatizados atendidos por ellos no son recuperables cien por ciento, quedan con secuelas, tullidos, minusválidos de diferente tipo, constituyéndose en una carga para sus familias y para la sociedad. Lamentable, pero real e inevitable hasta el momento.

Por eso Filártiga estaba pesimista.

Múltiples advertencias sobre la peligrosidad de los petardos nuevamente cayeron en saco roto. Todo el mundo utilizando la riesgosa pirotecnia en una rara forma de celebrar un acontecimiento tan plácido como la Navidad.

Por supuesto, en primer lugar los niños. Por supuesto también, los primeros en sufrir graves lesiones que les arrancaron dedos e inutilizaron manos completas, todo por culpa de un acto de irresponsabilidad absoluta, tolerado por sus padres y otras personas mayores que incluso los incentivaron para “divertirse” de esa forma.

Y ahora se acerca la celebración del Año Nuevo. Una fiesta con más alcohol y  euforia y en la que se suceden  muchísimos hechos más violentos que en la conmemoración de la Navidad.

Para ellos, el tema no tiene secretos. Activan un Código Rojo, refuerzan los servicios, se preparan con todo y al momento preciso, luego de que den las 12, empieza a llegar gente.

Pero no son  invitados normales. Parientes  y amigos…son compatriotas que se excedieron en los festejos o sufrieron graves accidentes que vienen en tropel, en ambulancias, en vehículos particulares, en taxis, etc.

Todos los años la misma cosa.

La gente no aprende.

Filártiga tiene razón para estar pesimista.

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