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Los cambios que se pretenden introducir en el Código Electoral de nuestro país deben hacerse después de un diálogo serio, que involucre a todos los representantes de la sociedad y a la misma población, porque las decisiones determinarán el avance o no en esta materia. Existen temas como los relacionados a las urnas electrónicas y mecanismos que ayuden a una mayor participación del electorado en los días de los comicios, porque son estos los momentos en que el pueblo da poder a sus representantes. Todos estos asuntos deben discutirse con seriedad y no a los apurones.
ASUNCIÓN.- En el 2014, el TSJE había presentado un proyecto de Ley y Reforma Electoral; sin embargo, en el mismo no se plantean las cuestiones trascendentales y que afectan de manera directa al elector. Un proyecto de reforma de la legislación electoral debe nacer de un amplio consenso, de un diálogo serio y no de forma apresurada, muchas veces por presión de algún sector político.
Resulta importante un diálogo serio para poder implementar las modificaciones como la implementación de las urnas electrónicas, los mecanismos para facilitar la mayor participación de los electores en los comicios y otros aspectos pertinentes. Y en este sentido, los opositores, que son los principales cuestionadores del TSJE, deben asumir una actitud seria y responsable, porque según el antecedente que tenemos, fueron ellos los que impidieron que se siga utilizando el mencionado sistema, alegando desconfianza. Ahora resulta que están a favor de su implementación.
La introducción de cambios en la normativa no se puede realizar cuando los principales actores políticos no asumen una postura a la altura de lo que se pretende, porque, en vez de avanzar se podría generar un retroceso en la materia. Si bien, nuestro país ocupa un lugar reconocido por organismos internacionales en cuanto a transparencia electoral, es necesario encontrar el mecanismo correcto para facilitar el sufragio a los ciudadanos habilitados de nuestra República.
Además de lo que se pretende cambiar, se debe discutir bien la forma de introducir y esto debe surgir necesariamente de un estudio exhaustivo de todos los involucrados, tanto representantes políticos como de miembros de la sociedad en general.
En relación a la implementación de las urnas electrónicas, existen cuestionamientos que deben responderse con la más absoluta seriedad. ¿Es posible fiarse de los votos y el recuento? ¿No es posible que haya votos que se pierdan? ¿No se podría manipular por ejemplo, el dispositivo desde el que se emite el voto, que como se ha señalado, es la parte más débil de la cadena? Una vez que se aclaren bien y ya no queden cabos sueltos, se puede volver a aplicar. Esto para evitar que en el futuro, los opositores nuevamente pongan en discusión el instrumento solo porque los resultados no les favorecen, tal como ya ha sucedido.
Existen también otras cuestiones, como por ejemplo la obligatoriedad del voto y cómo hacer posible su cumplimiento; porque de lo contrario puede caer en letra muerta. La gratuidad del uso del transporte público en los días de elecciones sería una opción bastante importante, porque hasta ahora, los partidos políticos y candidatos lo utilizan como recurso, sin ser temerarios, para regular la participación del electorado y no para facilitar la mayor afluencia de gente a los locales de votación.
Por todo lo dicho, insistimos en que la reforma de la legislación electoral debe ser considerada con la mayor seriedad posible y después de un amplio debate entre todos los involucrados, especialmente de los que serán afectados directamente.
