El papa Francisco durante una de las reuniones con los obispos chilenos.
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El relevo de los obispos chilenos se prolongará durante seis semanas

Conscientes de que su credibilidad es muy baja, mientras no se vean cambios claros de comportamiento, la mayoría de los obispos chilenos -todos ellos dimisionarios- comienzan ahora la “operación limpieza” para desmantelar el sistema de encubrimiento de abuso sexual de menores y poner en práctica medidas de prevención. Se prevé que el relevo de los prelados se prolongue por lo menos durante seis semanas. El papa debe nombrar a nuevos sacerdotes sin relación con los abusos.

SANTIAGO DE CHILE.- A su llegada a Chile, casi todos evitaron contactos con la prensa mientras digieren el “shock” de haber protagonizado la primera dimisión forzada de todos los obispos de un país en dos mil años de historia de la Iglesia. Los más implicados en el encubrimiento, como el cardenal arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati y su predecesor el cardenal Francisco Javier Errazuriz, continúan negando los hechos y “asombrándose” de que el papa haya puesto sobre la mesa en Roma, delitos de encubrimiento en los procesos realizados por las diócesis.

El futuro está ahora en manos de obispos que, en la línea de Francisco, se adelanten a la justicia y tomen la iniciativa de convocar a las víctimas para escucharlas, pedirles perdón y ofrecerles asistencia, incluso económica para poder pagar ayuda psicológica. El pontífice, que está más ocupado que ellos, recibe a víctimas en privado cada viernes.

Como los relevos de sacerdotes pueden llevar de tres a seis meses, lo que Bergoglio les pidió es que se dediquen a reparar el daño causado, mientras no les llegue la comunicación sobre su relevo. Haber presentado la renuncia no les exime de responsabilidad ni les quita competencia hasta el día en que el papa comunique a cada uno su decisión.

El problema práctico es que seleccionar nuevos obispos lleva tiempo, pues requiere muchas comprobaciones sobre conducta personal e idoneidad. En el caso de Chile, los canales están contaminados, pues tanto el nuncio en Chile, Ivo Scapolo, como la conferencia episcopal y el cardenal arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, no transmitían a Francisco información veraz sobre lo que sucedía en el país.

En una o dos semanas se verá qué jerarcas tienen las condiciones para seguir al frente de sus diócesis: los que abran las puertas y se ofrezcan a escuchar personalmente a todas las víctimas; los que organicen ritos de petición de perdón en las catedrales encomendando algunas oraciones a víctimas, como se hizo en Roma, Viena y muchas otras ciudades; los que se adelanten a ofrecer indemnizaciones sin esperar a que la justicia las imponga; los que comiencen a aplicar por propia iniciativa las medidas preventivas de abusos indicadas por la “Carta de Dallas” y la Pontificia Comisión de Protección de Menores. En definitiva, los que se pongan a actuar, sin ampararse en ninguna excusa.

De los 32 obispos con cargos diocesanos en Chile, 30 presentaron formalmente la renuncia al santo padre el pasado jueves. No lo han hecho ni el arzobispo castrense, cuyo mandato depende en parte de las Fuerzas Armadas, ni el obispo de Aysén, que depende de Propaganda Fide. Pero ambos se han manifestado dispuestos a ser relevados en cualquier momento.

CLAVES PARA ENTENDER MASIVA RENUNCIA DE LA JERARQUÍA CATÓLICA DE CHILE

La renuncia de los 34 obispos chilenos fue un movimiento sin precedentes que sumió a la Iglesia Católica del país en la que es seguramente la peor crisis de su historia. A continuación, los cinco claves de cómo la jerarquía eclesiástica chilena llegó hasta este punto.

  • Cuál fue el caso de abusos de Fernando Karadima: Desarrolló su carrera como sacerdote en la parroquia El Bosque, en la comuna de Providencia, en el noreste de Santiago, uno de los barrios más exclusivos de la capital chilena. Tanto la justicia ordinaria como la eclesiástica lo consideraron responsable de abusos sexuales de menores cometidos durante las décadas de 1980 y 1990.
  • Cuál fue el papel del obispo Juan Barros: Obispo de la diócesis de Osorno, en el sur del país, fue duramente cuestionado por sus vínculos con el sacerdote Fernando Karadima y fue señalado como encubridor de sus abusos sexuales. En marzo de 2015, cuando Barros asumió su cargo en Osorno, una multitud vestida de negro lo recibió con protestas.
  • Por qué fue polémica la visita de Francisco a Chile: En enero de 2018, el papa visitó Chile, el país de la región donde, según la encuestadora Latinobarómetro, más desconfianza genera la Iglesia Católica.
  • Por qué cambió de opinión el papa: Después de su viaje a Chile, a finales de enero, el pontífice dio un nuevo paso para esclarecer supuesto papel de Barros como encubridor en el “Caso Karadima”. Para ello, el Vaticano envió al país a Charles Scicluna, arzobispo de Malta, considerado el “mayor experto en crímenes sexuales en el interior de la Iglesia Católica”. Su misión era “escuchar” a los denunciantes.
  • La renuncia sin precedentes de los obispos de Chile: Durante tres días, del 14 al 17 de mayo, los 34 obispos activos de Chile acudieron al Vaticano para escuchar y evaluar los resultados. Francisco les entregó un documento de 10 páginas y, el último día, le dio una carta a cada uno de ellos.

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