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A partir del Bicentenario de la Independencia del Paraguay, los festejos, las demostraciones del gran amor a la patria fueron incrementándose; sin embargo, en la práctica principalmente la clase dirigencial poco o nada contribuye a favor de la recuperación de nuestro país, la mayoría busca beneficios personales antes que planes verdaderamente patrióticos.
En todos los rincones de la patria, en los desfiles y otros actos cívicos se resaltó la figura de los patriotas quienes nos permiten hoy disfrutar de la Independencia Nacional, como del orgullo de ser herederos de los más grandes prohombres de América Latina, pero cada vez queda demostrado que son meros recuerdos.
Mientras el selecto grupo de estudiantes, docentes y autoridades celebra la gesta histórica del 14 y 15 de mayo de 1.811, otros aprovechan el día festivo para contrabandear o robar, no cesan las denuncias de tráfico de influencias, coimas, evasión de divisas, deforestaciones, daños irreparables que se causan directamente a nuestra tierra, con tal embolsar beneficios particulares.
No hay conciencia, lastimosamente se ha democratizado la corrupción, un privilegio de unos pocos en la época de la dictadura stronista como de otra época que se ha instalado en las entrañas de la mayoría de las autoridades incluso de las más nobles instituciones del país como la propia Iglesia Católica, las instituciones educativas y hasta los medios masivos de comunicación.
Qué felices estamos todos los paraguayos, hay fiesta hasta en los más recónditos rincones de nuestra patria y el exterior, jolgorio total por un aniversario más de la Independencia Nacional, pero se acrecientan los motivos para que los patriotas de 1.811 y de las primeras décadas posteriores, así como los defensores de nuestra heredad en las 2 hecatombes se arrepientan de tanto empeño por defender lo que hoy está casi totalmente dilapidado.
Lastimosamente, pareciera que fue en vano tanta lucha de los primeros patriotas como quienes tiñeron con sangre el suelo guaraní, para no ceder a pretensiones foráneas que motivados por intereses superiores de los latinos incentivaron para muchos la Primera Guerra Mundial, Guerra contra la Triple Alianza o Guerra Grande por los brasileños, argentinos y uruguayos patrocinados por ingleses y portugueses. Luego, los bolivianos junto con los norteamericanos y demás mercenarios tras los pozos petrolíferos.
Hoy, nosotros mismos nos ocupamos de dividirnos, pelearnos o buscar por todos los medios estrategias para engañar a las arcas estatales, autodestruyéndonos, dejando sin chances a programas que apuntan a una recuperación económica como social. Principalmente la clase dirigencial no toma conciencia de los tremendos daños que ocasionan al presente y al futuro.
Con las pésimas administraciones de los recursos del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (FONACIDE), las licitaciones fraudulentas, las sobrefacturaciones, el nepotismo entre otros vicios, estamos rematando los recursos estatales, los mismos que pertenecen a cada uno de nosotros y nuestros hijos, lejos de la primaria y auténtica lucha de los patriotas de hace 2 siglos atrás, simplemente estamos rodeados de remedos de patriotas.
