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Repudiada por la que fuera su gente

Desirée Masi empezó a ser conocida durante la dictadura, como dirigente sindical del Hospital de Clínicas, de la mano de Carlos Filizzola y otra gente que fue quedando por el camino. La resistencia de esa gente ante los abusos de la dictadura era ejemplificador y refrescante en una sociedad que vivía sometida por el miedo o el entreguismo.

A lo largo de los años, y a medida que iba aumentado el nivel de sus cargos públicos, Desirée fue cambiando, primero de manera casi imperceptible y, en los últimos tiempos, absolutamente desembozada y abierta. Así llegó, primero a la Cámara de Diputados y, luego, al Senado. Y durante su trayecto fue desprendiéndose de ideales, ideologías y posturas firmes y coherentes.

Si el último cargo público que consigue –ojalá lo sea- es esta banca en la Cámara de Senadores, Masi será recordada por su obsesión en contra de Horacio Cartes, su alianza con los representantes de la dictadura, y como la traidora con quienes fueron sus compañeros de ruta en sus inicios, los trabajadores.

Y aquí llegamos al tema de fondo. Desirée Masi acaba de ser declarada persona no grata por dirigentes de los sindicatos de trabajadores, que han observado con verdadero espanto la forma como esta señora ha decidido dilatar hasta el infinito el tratamiento del proyecto de Ley que impulsa una nueva política laboral y permitiría que los trabajadores recibieran un aumento anual de su salario mínimo.

Resulta que, por la retorcida alianza entre disidentes colorados e izquierdistas en el Senado, Masi consiguió ser presidenta de la Comisión de Hacienda, como si de verdad fuera una experta en finanzas y no una médica con algún poco de experiencia en su profesión, ya que, en realidad, su verdadero fuerte fue –hasta convertirse en legisladora- la actividad sindical.

Haciendo uso de su cargo, ha logrado que el proyecto de Ley remitido por el Ejecutivo sea postergado una y otra vez. Si bien algunos senadores habían prometido a los sindicalistas que sería incluido en el orden del día de la sesión de hoy, Masi decidió que no sería así. Y no porque tuviera alguna razón de peso para hacerlo, sino simplemente porque está metida en una cruzada personal en contra de Cartes y no hará nada que pudiera mejorar políticamente la imagen del jefe de Estado.

Así que sus excompañeros de ruta han reaccionado a esta traición y la han repudiado públicamente. Muchos de estos sindicalistas empezaron con ella, luchaban por los mismos ideales y fueron los que construyeron la plataforma que utilizó para postularse a cargos públicos. Fue su trabajo sindical el que la hizo primero directora del Hospital de Clínicas y luego diputada. Estos mismos son los que hoy dicen que es una persona no grata para el sector sindical. Nada de lo que se pueda escribir en contra de Desirée describe tan profundamente su incoherencia y traición a sus ideales como esto.

Lo que estaría pretendiendo esta señora es seguir dilatando indefinidamente el proyecto de Ley a fin de perjudicar al gobierno de Cartes. Que la sanción de la ley pudiera beneficiar a unos 420 mil trabajadores que viven del salario mínimo es algo que la trae muy sin cuidado. Podrá inventar excusas, pero ella misma sabe que no podrá engañar a sus excompañeros de ruta.

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