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¡Salud! para todos aquellos que apuestan al país

Por: Néstor Ojeda Mendoza.
Por: Néstor Ojeda Mendoza.

Navidad del Paraguay, olor a flor de coco, propio de nuestra campiña, costumbre tan arraigada en la cristiandad  de nuestro país. Cada 24 de diciembre, la Noche Buena, al día siguiente, hoy la Navidad del Paraguay. Una fecha para rememorar el nacimiento del Salvador del Mundo en un humilde pesebre, el niño Jesús en Belén, que vino para redimir los pecados de los humanos que habitamos el planeta tierra.

La Navidad es tiempo de hermandad, de renovación espiritual de los seres humanos, también de fraternidad, amor y paz. Y que esto sea para las transformaciones espirituales de la sociedad de las personas en su conjunto.

El Paraguay actual se merece estos cambios entre hermanos, ya no más los tiempos de rencores, maldad y de odios. Es tiempo del sacrificio del trabajo, por una sociedad más altruista y fraterna, no de meras rencillerías, como hoy día pasa en muchas regiones de nuestro país.

Aplaudir a los esforzados gobernantes, en especial de la actualidad, que día a día están con la intención de dar un tiempo mejor para todos los que habitamos esta región del Paraguay, mucho tiempo injustamente dejado al olvido.

En cambio en la actualidad, nuestra nación, considerada corazón en el continente sudamericano, está emergiendo aceleradamente, gracias a la sensibilidad demostrada por las autoridades del gobierno central, quienes cada vez más se están esforzando en otorgar una vida mejor y más digna  a  todas personas, que se merecen sin distinción alguna.

La Navidad, tiempo de paz, tiempo de amor y de reflexión. Que la llegada del Creador este cargada de amor, con espíritu de reflexión y sensibilidad al hermano. Corresponde que a lo largo y a lo ancho de la geografía nacional, haya tiempo de hermandad, para que como sociedad podamos  labrar un destino mejor para todos sus componentes.

Las autoridades del Paraguay, en especial  del Poder Ejecutivo, apuntan hacia ese loable objetivo, un destino diferente para todos sus componentes, en pos de una vida mejor, con paz, fraternidad y amor.

Basta de maldad, resquemores, odios que solo carcomen al ser humano. Es hora de aplaudir a las autoridades, sus gobernantes esforzados que están cambiando la imagen de la nación y a la vez mejorando con sus eficientes actuar el nivel de vida de muchas familias humildes de la geografía nacional. Esto es actuar con amor, espíritu de hermandad, sin interesar sus condiciones sociales, credos religiosos, y mucho menos políticos. En resumen todos somos hermanos, compatriotas y tenemos que apuntar a una vida mejor.

Que la Navidad sea tiempo de reflexión, de paz y amor. A los gobernantes que hacen sus trabajos con esmero, dedicación, sacrificio y pretenden otorgar una vida más digna al hermano, al semejante, elevo mi copa imaginaria, para decirle, ¡¡¡ Salud, y Feliz Navidad!!!

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