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Salvaje presión a la Justicia

Tendrán que poner h… los miembros del Tribunal de Sentencia para emitir un fallo adverso a los campesinos acusados por la tragedia de Curuguaty,  a la vista de lo que está ocurriendo.

En los últimos meses, semanas,  días y horas, a medida que se acerca el momento de la sentencia, la presión crece, se vuelve insoportable,  tremenda, intervienen cuántas entidades de idiotas útiles pululan en Paraguay, hay cientos de denuncias a nivel internacional incluso y el cerco de hierro parece cerrarse en torno a  los camaristas.

Las advertencias suben de tono,  se encadenan, pegan el grito a todos los cielos posibles, llegan a amenazas apocalípticas como el hecho de pedir la desobediencia publica, prevista en la Constitución Nacional, hasta resucitaron al fósil Laíno, quien salió de ultratumba portando anatemas de todo tipo.

Jamás, lo reiteramos, nunca, fue amenazado tanto y en los más variados tonos, un  tribunal encargado de impartir justicia en nuestro país.

Y esto lo están haciendo a la vista y paciencia de todo el mundo. La mayoría silenciosa que no termina de entender el trasfondo de la masacre. La historia de que los policías murieron baleándose ellos mismos, no tiene pies ni cabeza.  Solo para tontos, o ciegos como los que protestan. Alguien los mató y los únicos que pudieron hacerlo fueron quienes estaban delante de ellos, frente a frente, con amenazas antiguas de que iban a emplear la violencia y  portando armas que habían confiscado recientemente.

Se jugaron por la violencia. Ahora son “aichinyaranga campesinos” no tienen la culpa de nada, hay que declararlos inocentes a como dé lugar, son poco menos que angelitos bajados del cielo.

El proceso sufrió también todo tipo de chicanerías, lo más salvaje que se haya visto igualmente en los últimos tiempos. Se resfriaba la abuela de alguno de ellos y el juicio sufría interrupciones por meses.

El fiscal Rachit, el primer investigador, por poco no fue corrido a patadas  con  el tremendo lata parará que se armó.

Y la izquierda tilinga enseñoreada en Ñandutí, desde el mediodía con  Camilo “Koquito” Soares, quien se fue a transmitir desde “el lugar de los hechos”, siguiendo luego con el “diferente” Leo, batiendo el parche día y noche, olvidándose totalmente de la sagrada “otra campana” en el periodismo. Sin duda, la radio, al irse  el viejo león, va a pasar las de Caín.

Así las cosas se llega hoy al momento de la sentencia. Si el resultado es “culpables”, ahhh, la que se va a armar. Ya pueden imaginarse los lectores el estallido de histeria incontrolable.  Por supuesto, el culpable como siempre, será el Gobierno.

Es tremendo como hay un puñado de ciudadanos, en realidad son los mismos de siempre, pocos pero ruidosos, que siempre están equivocados, muchos de ellos de buena fe, quizás, en estos espinosos  temas de derechos humanos y similares. Solo que está vez están llegando realmente al paroxismo  y pueden hacerle un terrible daño al ya vapuleado sistema de justicia de la República.

Si tienen éxito, la próxima vez, cuando olisqueemos que un tema no nos va a ser favorable, salgamos a las calles hasta que nos declaren inocentes…¡ y listo el pollo ¡

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