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Se impone la pacificación de ánimos para la buena marcha de la República

Por: Néstor Ojeda Mendoza.
Por: Néstor Ojeda Mendoza.

Los actos de vandalismos, que causaron los grandes destrozos al local del Congreso Nacional y adyacencias, se van dilucidando a medida que avanzan las investigaciones por parte de los agentes del Ministerio Público. Evidentemente, los responsables de estos hechos deben asumir su grado de culpabilidad y ponerse a disposición la justicia.

La República -que después de muchas décadas volvía al nivel admirable, por la fórmula de patriotismo aplicada por el actual titular del Ejecutivo- era vilmente atacada por vulgares patoteros. Fue más que evidente que hubo malas intenciones de parte de los autores morales del criminal ataque al Congreso, probablemente con el propósito de manchar la buena imagen del Paraguay en el campo internacional.

El país avanza en progresión geométrica en todos los órdenes para ponerse a tono con relación a las exigencias de  una sociedad contemporánea, con los ponderables resultados que están a la vista de connacionales y extranjeros.

Ante tal situación, se impone la pacificación de los ánimos de los actores políticos, especialmente de la oposición, y no jugar sucio como vienen haciendo. De esa manera, evitarán caer tan bajo en sus intenciones de embarrar las excelentes gestiones del gobierno.

Las ejecuciones de las grandes  obras de infraestructuras, que avanzan aceleradamente en muchas regiones del Paraguay, son motivos suficientes que demuestran el gran patriotismo del gobierno de Horacio Cartes. El jefe de Estado, consciente del atraso en que estaba sumido el país, inició la transformación de la República al asumir el cargo el 15 de agosto de 2.013.

El buen trabajo desplegado por el gobierno actual, además de cambiar la imagen del país a nivel internacional, es bien ponderado por los buenos paraguayos sin tener en cuenta las banderías políticas, credos, ni religión.

El Paraguay, con la administración actual, avanzó mucho más que sumados varios malos gobiernos, cuyas autoridades más bien se preocuparon en mejorar sus niveles de vida ante un total desprecio hacia el pueblo, que se cansó de tantos atropellos y actos de injusticias, principales causantes de la pobreza.

Con actos de maldad y pichaduras no se llegan a reales objetivos, y los autores deberían buscar fórmulas valederas para convencer al pueblo, en especial a los más 4 millones electores diseminados a lo largo y ancho de la República.

Las buenas gestiones del gobierno  actual son valoradas por los buenos paraguayos, aunque los pichados y mal intencionados busquen tapar el “sol con un dedo”.

Evidentemente con el uso de la fuerza, el atropello a las instituciones públicas, quedaban al desnudo que se les acabaron los recursos, ante tantas buenas acciones de HC a favor del pueblo paraguayo.

Las movilizaciones, las supuestas medidas de resistencias direccionadas desde las carpas  de los opositores, no tienen razón de ser, puesto que hasta el mismo Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), con su contundente afirmación, ha demostrado que en el Paraguay no se ha violado los principios más elementales  de las instituciones que hacen a la figura del Estado de Derecho.

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