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Se perdió el respeto

La Policía stronista era brutal. Reprimía a golpes, a patadas, a cachiporrazos, como sea, hasta que finalmente tiraban de cabeza a la gente a la “Caperucita” y desaparecías por un buen tiempo. Tus familiares tenían que ir de comisaria en comisaria  apreguntar si no estabas allí. Y le decían “Nooo, aquí no está”. En realidad, estabas… incómodamente alojado en una sucia celda y con un gran interrogante hacia tu futuro. Claro, si no era un problema político, o algún capitoste de la época, que había muchos, no quería joderte la vida, por ahí pagando alguna coimita, salías al poco tiempo y volvías a respirar “aire puro” con un gran suspiro de alivio.

Si tu “problema” era de otro orden, conspiraticio por ejemplo, estabas sencillamente frito. La Policía desplegaba todas sus “artes oscuras”, una más sanguinaria que la otra, para hundirte, para acabarte, al gusto del dictador.

Aquellos métodos brutales  tenían sin embargo, alguna virtud. El orden público era bastante aceptable. Tanto se temía a la Policía que existían pocos delitos comunes. Famoso. La gente se sentaba en las aceras a la tardecita, sin miedo a nada, podías dormir con las puertas abiertas y no pasaba nada. Por supuesto, los robos existían, pero nunca con el frenesí actual.

Aquel “miedo a la Policía” era en cierto modo saludable, según lo hemos anotado. Eso, se perdió totalmente en la actualidad. Para muestra un botón que salió a la luz esta mañana.  La Policía, fiscales, la prensa, desarrollaban un aséptico operativo en una vivienda, allanada ya tres veces en busca de drogas, en la zona de la Chacarita.  Buscaban crack. De pronto apareció una mujer, totalmente exaltada, incontrolable, vociferante, con un bebé en brazos para más, que sostuvo a los gritos que les “habían plantado la droga”. Se mostró de inmediato agresiva con la cronista de Tv que la entrevistaba. Siguió el escándalo hasta que apareció un grupito de mujeres, una de ellas embarazada y empezó a agredir con violencia a la gente de prensa, “porque solamente entrevistaban a los otros”, les tiraron piedras y los corrieron literalmente, por lo que intentaron refugiarse detrás de los uniformados. Vano intento. Atacaron también a los policías. Empujones, golpes, patadas, arañazos, un comisario de alto nivel ya entrado en años, hesitaba sobre qué hacer hasta que ligó lo suyo y se corrió. Todo un escándalo. Increíble.

Reflexionando a ojo de buen cubero sobre el hecho, se podría concluir que esta falta de respeto a las autoridades, podría ser también una de las causas de la increíble violencia que vivimos cotidianamente. La Policía no sabía qué hacer. Y lo peor, no estaba equipada ni técnica ni materialmente como para sofocar un conato como el que se estaba viviendo. El tema policial debe ser replanteado. Con inteligencia. Acorde a los tiempos que corren.  La mano dura justa con la delincuencia y con las actitudes irracionales. Y con las técnicas, que existen miles hoy en día, para volver las cosas a la calma. La impunidad con que actuaron es sencillamente desastrosa. Y por supuesto volverán a hacerlo. El tema es urgente. Revisar todo. Poner al frente a gente preparada que trace el perfil de la Nueva Policía Nacional. Que nos haga olvidar esa triste imagen de impotencia, con que se dejaban agredir impunemente en la Chacarita, por un triste grupo de patoteras.

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