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Si dice “cuac”, “cuac”, no hay duda, es Pato

Cada quien es responsable de sus actos y, cuando éstos son de carácter ilícito, no transfiere esa responsabilidad a parientes o amigos. Así, por ejemplo, el hijo de un reconocido violador de los Derechos Humanos y vaciador de las arcas del Estado, no tiene porqué cargar con las culpas de su padre. Precisamente éste ha sido el argumento expuesto en reiteradas ocasiones por políticos de la disidencia y de la oposición para defender al senador y líder de “Colorados Añeteté”, Mario Abdo Benítez, hijo de “Don Mario”, quien se desempeñó por largos años como secretario privado y brazo derecho del dictador Alfredo Stroessner. Pero el problema que enfrentan los que fungen de “defensores” del legislador es que el “defendido” ya no disimula su stronismo recalcitrante, como lo demostró el pasado jueves, ante el pleno del Senado.

El tema que puso las cosas negro sobre blanco fue el proyecto de ley “que ordena el retiro de las instituciones públicas de los testimonios de gratitud, homenaje y de cualquier otro orden al dictador Alfredo Stroessner”.

En efecto,  durante el transcurso del debate “Marito” no logró guardar silencio, lo cual hubiera ido más prudente de su parte y más cómodo para sus aliados, e hizo uso de la palabra para proponer el rechazo de la normativa, a la que calificó de ser “una negación de la historia” y que “en todos los países nunca se ha hecho algo así”.

¿Qué sensación habrán experimentado en ese momento “Calé” Galaverna (su mentor político), Miguel López Perito, salvajemente torturado; “Tito” Saguier y Carlos Filizzola, varias veces encarcelados  y los demás “próceres” de la democracia, como Hugo Richer y Desirée Masi? ¿Habrán sentido aunque más no sea una pizca de vergüenza, por el infame atropello a la memoria de tantos mártires caídos en la lucha contra aquella tenebrosa dictadura? Lo cierto es que ninguno de ellos atinó a decirle que solo un tarado puede creer que en las instituciones públicas de Alemania existen placas en homenaje a Adolf Hitler, o en Argentina a Jorge Videla, o en Chile a Augusto Pinochet.

El retiro de los “testimonios de agradecimiento” a Stroessner, que finalmente se hará solo parcialmente por presión de los demócratas a medio tiempo, no es una negación de la historia sino, al contrario, un acto de repudio a un régimen asesino y corrupto. Sin embargo, los senadores que se jactan de democráticos optaron por no hacer olas, limitar la polémica, evitar discursos encendidos, a fin de no poner en tela de juicio la alianza sin principios que desde hace tiempo tejieron  con “Marito”, quien ya no tiene ningún pudor en escupirles al rostro su exacerbado stronismo.

Los antecedentes demuestran que jamás se desmarcó de su padre, ni de la dictadura de la que éste fue uno de sus máximos exponentes. Cuando se le reclamaba una definición, al comienzo se refería de manera vergonzante a las “luces y sombras” de aquel infausto periodo de nuestra historia. Pero en las últimas internas para la presidencia de la ANR ya asumió más claramente su condición, al nombrar simbólicamente como jefe de campañaa…Don Mario.

Cualquiera podía concluir, ya entonces, cuáles eran sus reales convicciones políticas, por aquello de que si camina como pato, tienen pico de pato y dice “cuac”, “cuac”, es un pato. La única diferencia es que ahora él mismo se colgó del cuello el cartel de pato, por si a alguien le quedaba alguna duda, algo que siempre lo avaló con su proceder, haciendo a cada paso lo mismo que la referida ave.

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