Diputado Carlos Portillo.
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Siguen en sus bancas como si no pasara nada

Una de las cuestiones más importantes que ocurrió en el Parlamento durante el período iniciado en julio del año pasado es que quedaron expuestos diputados investigados e imputados por la Fiscalía. Sin embargo, con la excusa de que no hay reglamentación a la pérdida de investidura, continúan en sus bancas, gozando de sus privilegios, personajes como el liberal Carlos Portillo y los añetete Miguel Cuevas y Freddy D’Ecclessis.

ASUNCIÓN.- El que más revuelo causó fue Portillo, y no porque el delito del cual se le acusa merezca muchos años de prisión, sino porque su desparpajo y soberbia, que antes causaban diversión, ahora despiertan rechazo absoluto en la ciudadanía. El liberal fue imputado por la Fiscalía por tráfico de influencias, debido a audios en los que se lo escucha negociando sentencias y reconociendo que manejaba el Poder Judicial del Alto Paraná.

A inicios de septiembre del año pasado, los escraches en su contra eran tan intensos y seguidos, que un grupo de colegas suyos presentaron a la Presidencia un pedido para que se proceda al juicio de pérdida de investidura, con el objetivo de dar respuestas a la ciudadanía que reclamaba el castigo para un sinvergüenza. El argumento que utilizó el presidente, Cuevas, fue que la figura no estaba reglamentada, por lo que se inició el difícil proceso de elaborar un proyecto para cumplir con esa exigencia.

Este proceso fue largo y complicado; en lugar de aceptar que la figura fuera incluida en el reglamento interno, la mayoría de la cámara, siempre bajo la batuta de Cuevas, decidió conformar una comisión especial que tuviera que realizar una ronda de consultas con juristas y constitucionalistas de varias corrientes. El equipo terminó su trabajo en tiempo y forma, a pesar de lo cual la mesa directiva tardó de nuevo 2 semanas en incluir el proyecto en el orden del día, y allí, la redacción aprobada fue tan repudiable, que el pleno tuvo que retroceder y hacer modificaciones, eliminando el autoblindaje que se establecía porque se pretendía que el organismo que juzgara a senadores y diputados fuera el Tribunal Superior de Justicia Electoral.

El proyecto aprobado finalmente resulta bastante tolerable, aunque sigue conteniendo un artículo inconstitucional puesto que establece que la mayoría necesaria para sacar la investidura a un legislador deberá ser absoluta, algo que contradice lo dispuesto en la Constitución Nacional.

Mientras todo esto ocurrió, Portillo siguió ocupando su banca, sin ningún problema ni restricción, y hoy participará de la primera sesión ordinaria, manteniendo todas sus prerrogativas, a pesar de todas las evidencias en su contra, del reclamo ciudadano y de que un grupo de diputados pretendan sacarlo de la cámara.

UN PRESIDENTE VERGONZOSO

La situación de Miguel Cuevas, diputado por Añetete y presidente de la cámara, es lamentable y vergonzosa, aunque, extrañamente, en su caso ningún legislador, ni de las bancaditas, planteó siquiera que se le quite del cargo.

La verdad es que el caso del abdista es diferente y no solo por la actitud de sus colegas sino de la misma Fiscalía, puesto que desde hace meses es investigado por varios delitos, entre ellos el enriquecimiento ilícito, por negociados que habrían sucedido mientras fue gobernador del Departamento de Paraguarí. A pesar de todas las evidencias que fueron entregadas al Ministerio Público, los agentes fiscales siguen sin imputarle, recurriendo a numerosas excusas.

En el caso de que lo lleguen a imputar por enriquecimiento ilícito, deberá guardar prisión preventiva, al igual que su colega y compañero de movimiento, Ulises Quintana, que es lo que algunos diputados no quieren que ocurra mientras Cuevas sea presidente de la cámara, por la vergüenza que eso generaría. Sin embargo, como saben que no tiene mayoría, y luego de la experiencia con Carlos Portillo, ni siquiera plantean el tema.

Miguel Cuevas era un zapatero de Ybycuí y es la prueba viviente de que la actividad política puede convertir a alguien en millonario. Cuenta con numerosos bienes y una mansión que ocupa toda una manzana. Además, hay denuncias de que su hijo ganó su primer millón de dólares negociado la merienda escolar que debía ser destinada a niños de escasos recursos.

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