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Sin chances para la oposición

Aunque algunos sectores pretenden minimizar el hecho, la decisión de Mario Ferreiro de no postularse para la Presidencia de la República en las elecciones del 2018 deja prácticamente sin chances a la oposición, puesto que parece imposible encontrar una figura que pudiera enfrentar con posibilidades de ganar, al candidato colorado.

El sector está metido en un callejón sin salida. Por un lado, la falta de figuras aglutinantes hace que nadie tenga demasiado interés en trabajar por candidaturas que no pasarán de ser meramente testimoniales, y por el otro, la tozudez de Efraín Alegre, de imponerse como cabeza de la chapa presidencial cuando nadie tiene la menor duda de que no tiene la menor posibilidad de ganar, hacen que el problema sea de fondo y mucho más profundo que años anteriores.

Claro que esto no es gratuito ni nuevo. De hecho, los escasos triunfos que tuvo la oposición desde el golpe de Estado fueron fruto más de la casualidad que de una planificación pensada y con proyección de futuro. Lo cierto es que con la caída de Stroessner, esos que debían convertirse en la alternativa cierta y creíble para una ciudadanía que ya no quería seguir dependiendo del capricho de los gobiernos colorados, no estuvieron a la altura de las circunstancias y, salvo honrosas excepciones, siempre siguieron actuando como lo que siempre fueron, eternos segundones.

Lo que hace peor la situación ahora es que, entre la escasa oferta, la oposición deberá bailar con la más fea. Tener que apoyar la candidatura de un personaje que no goza de la simpatía ni de la confianza de su entorno más cercano –al que mantiene sujeto a través de dádivas de diferente naturaleza- es una desgracia para el sector, en donde hay figuras rescatables que podrían hacer un papel mucho más digno que Alegre.

Una de estas figuras era, evidentemente, Ferreiro, quien, por su fuera poco, tiene a su favor el crédito de haber ganado al aparato municipal en las últimas elecciones a intendente, en donde la ANR puso toda la carne al asador para mantener Asunción. Aunque las críticas a su gestión como intendente sean permanentes, estas provienen, casi siempre, de los colorados que aún no pueden aceptar que la capital ya no pertenezca a su patrimonio.

Aunque durante varios meses, Mario jugó con la idea de deshojar margaritas antes de decidir si se postulaba o no a la Presidencia de la República, finalmente hizo lo único inteligente que podía hacer, optar por su trabajo en el municipio y olvidar sus ambiciones presidencialistas para más adelante. No es que haya tenido alguna madurez especial para llegar a esta decisión; simplemente, la injustificada soberbia de Alegre, que pretendía que el intendente fuera su compañero en la dupla, hizo que fuera más sencillo tomar el camino correcto. Por más mareado que pudiera estar Ferreiro, es obvio que ni en sus peores pesadillas pudo haberse imaginado como segundón de alguien que no tiene votos ni en su casa.

Los efrainistas –sumidos en la desesperación- al ver que su candidato no prende ni con fósforo, inventaron que Mario había decidido renunciar a la intendencia y acompañar a Alegre en la dupla. La idea que tenían era que el caudal electoral del intendente sumaría importantes votos al desagradable candidato.

Pero Ferreiro no es un nene de pecho al que se pueda engañar con espejitos. Así que de manera inmediata salió a desmentir los rumores, con el resultado de dejar al sector de Alegre como mentiroso y manipulador, al que no le queda más que seguir armando una campaña electoral destinada al fracaso.

Sí, repetimos, Ferreiro tomó la mejor decisión, porque es obvio que “más vale municipio en mano que presidencia volando”.

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