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Sin propósito de enmienda

En las postrimerías del gobierno de HC, tras un largo camino andado, se decidió la tan ansiada “desregulación” del tema de los precios de los combustibles y toda la parafernalia que rodea a su comercialización, importación, expendio en la cadena de servicentros y demás.

En anteriores editoriales habíamos señalado que el gobierno de HC tomó el toro por las astas en este tema y se aplicó a trabajar intensamente a ver qué se podía hacer contra esa espada de Damocles que pendía sobre el gobierno y por ende sobre la cabeza del pueblo, llamada importación de combustibles. El tema de la dichosa suba del dólar y la cotización del crudo en el mercado internacional responde a los dos fantasmas de este apocalipsis económico que toda la vida perjudicó al Paraguay. Son dos realidades, no tenemos petróleo, o lo tenemos y los reservaron  los amigos del norte, tenemos que importarlo, eso se paga con  dólares y se genera una coyuntura que sirve para justificar los negociados más salvajes e impunes que se perpetraron en la historia de los sucesivos gobiernos del Paraguay.

Pero HC decidió enfrentar el monstruo. Cortó cabezas, suprimió los maletines, ¡increíble!, sinceró los costos del flete, compró el crudo de donde convenía más y no de donde se pagaban más comisiones, estudió la planta de Petropar y la de Troche, buscó darles más eficiencia que no sean una cáscara vacía que generaba solamente más gastos, etc.

Finalmente, el problema era la distribución y la venta al público. Muy bien, manos a la obra, establecer una propia red de estaciones de Petropar, donde canalizar las ventas de combustibles a precios razonables no inflados de acuerdo al gusto y paladar del oligopolio y se logró vencer también esta dificultad.

Ahorros del principio al fin. No nos cansamos tampoco de repetirlo. Con este esquema se bajaron  los precios de los combustibles varias veces. ¿Cuándo paso esto? Jamás.

Arregladas así las cosas y de acuerdo a las buenas prácticas económicas ya en su despedida el gobierno de HC decidió liberar el mercado de este rubro tan complicado.

Pero lo hizo, cuando Petropar estaba fortalecido. Ganando dinero, ahorrando dinero, con  su red de estaciones floreciente, etc.  Entonces era un “cuco” con el que no se podía jugar.

Ahora volvieron a hacer de Petropar una cáscara vacía. No tiene ahorros, no tiene dinero, el poco stock comprado a precios bajos fue dilapidado, no tiene condiciones ni de asustar a los gatos callejeros, por usar una figura simplista.

Y sobreviene ahora el grave problema de la suba en el peor momento y el gobierno tiene las manos atadas. No puede hacer nada. Todo el mundo mira a Petropar buscando una salida y se encuentra con declaraciones como las que se produjeron el martes cuando dos ministros orondamente anunciaron que no se tenía previsto de ninguna manera recuperar el rol regulatorio de Petropar.

De mal en peor. Perdieron la capacidad del ente estatal de distribuir su estratégico producto a precios más razonables y encima se niegan a ver el modo de poder seguir influyendo en el mercado en beneficio del pueblo.

Todo mal con Petropar y este problema puede desencadenar una debacle económica de proporciones que ya se está insinuando.

No hay examen de conciencia en el gobierno, menos propósito de enmienda. Así será difícil subsanar los pecados contra el pueblo que se han  cometido y que seguramente “os lo demandarán”.

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