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Entre los diez cánceres más comunes tanto en hombres como en mujeres se encuentra el cáncer de riñón.

Los datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) afirman que este tipo de cáncer tiene una incidencia de 403.262 casos en el muerto y causa muerte a 175.098.

Según las cifras de la Coalición Internacional del Cáncer Renal, se trata de un tipo de cáncer que surge de las células del riñón y otro nombre con el que se lo conoce es “carcinoma de células renales”.

“Los tumores renales comprenden un conjunto de patologías que se caracterizan por presentar masas de ubicación renal de diversa etiología: en un extremo tenemos los quistes simples que representan una patología completamente benigna y, en el otro extremo, lesiones malignas que requieren cirugía para su resolución”, explicó el médico urólogo Fernando Monti.

“Entre ambos, es posible clasificar patologías de dudosa malignidad en cuanto a su diagnóstico o masas sólidas (angiomiolipomas, oncocitomas y masas quísticas complejas) que a veces no requieren cirugía y sólo control periódico”, expresó.

SÍNTOMAS A TENER EN CUENTA

Cuando la enfermedad comienza no causa ningún signo o síntoma pero cuando los tumores son más grandes sí pueden presentar molestias.

“Los síntomas típicos de estos tumores son: dolor lumbar o en flanco, tumoración que abulta la zona y sangrado microscópico o micro hematuria (visible en análisis de orina) o macroscópico (visible a simple vista en la orina)”, manifestó el especialista.

Otros síntomas que deben alertar son el cansancio, pérdida de peso sin hacer dieta, pérdida del apetito, fiebre que no desaparece y anemia.

El tratamiento a seguir se determina por el tamaño del tumor, la diseminación del cáncer a los ganglios linfáticos cercanos, la propagación del cáncer a otros órganos, entre otros.

“El tratamiento del tumor de riñón es esencialmente quirúrgico. Tradicionalmente, por su localización, la cirugía requería de una intervención de magnitud e implicaba una lenta recuperación en el hospital. Hoy, debido tanto al avance de la tecnología como al entrenamiento médico es posible resolver la mayoría de los casos por vía laparoscópica con técnicas mínimamente invasivas que permiten extraer sólo el tumor sin sacar en forma completa todo el riñón; en casos de mayor envergadura, la extracción es total. En ambas situaciones la recuperación del paciente implica menor dolor, menores incisiones, una mejora cosmética de las cicatrices por incisiones de piel, una más pronta recuperación que redundan en una reinserción a la vida normal y laboral en menor tiempo”, sostuvo.