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Soberana pérdida de tiempo

Acostumbrados como estamos a que el Partido Colorado ejerza el poder de la República, con mayorías absolutas que vuelven innecesario todo tipo de negociación con los sectores minoritarios, sabemos que los actos de la oposición son siempre testimoniales, lo que significa que tienen el único objetivo de hacerse sentir, con la seguridad de que será imposible que alcancen el éxito en la campaña que pudieran emprender.

Pero las cosas cambiaron en estos últimos años. Primero fue Fernando Lugo el que rompió el casi eterno monopolio colorado en el Palacio de López. Y ahora, aunque con intenciones retorcidas, la disidencia y algunos sectores de oposición tienen mayoría en el Senado, con lo que se ha dado la situación –varias veces en dos años- de que el oficialismo pierda en algún tema que le interese.

Así que ya no sirven las campañas testimoniales. Son pérdida de tiempo, porque hoy por hoy, cualquiera puede obtener resultados favorables si organiza una buena campaña, creíble y busca acuerdos políticos que le den la mayoría que necesita para ello.

Eso es lo que ahora hace que esta campaña orquestada por Rafael Filizzola y Efraín Alegre para someter a juicio político al presidente Horacio Cartes. Y aquí conviene analizar la situación tal como está, y por qué hoy cae tan pesado este gesto en sectores que ni siquiera son afines al jefe de Estado.

En primer lugar, Filizzola y Alegre fueron en otro tiempo parte de ese grupo de eternos perdedores que solo podían hacer campañas testimoniales. Pero llegaron al poder con Fernando Lugo y defraudaron a todos, porque los dos están investigados por lesión de confianza, así que resultaron más de lo mismo que decían perseguir.

Otro punto es que desde el vamos mintieron a la gente. Resulta que una iniciativa popular lo que hace es obligar a un poder del Estado (el Parlamento, en este caso) a tratar un tema, pero no garantiza su resultado. Esto significa que cuando Juan Pueblo firma la planilla a favor del juicio político, no es que consigue enjuiciar, condenar y separar del cargo a Cartes, algo que estos dos sujetos prometen a los que intentan sumar a su campaña.

Pero, sobre todo, lo que más tiene harta a la gente es que estos dos políticos representan sectores que no tienen ninguna posibilidad de éxito. Ya que, si bien en el Senado consiguen importantes triunfos, en el caso de la campaña no lo tendrán porque aquí no cuentan con el apoyo de sus socios, los disidentes marioabdistas.

Lo que hacen es mentir y perder el tiempo a la gente que está demasiado ocupada viendo como de nuevo su destino se pretende decidir en un juego de cartas en donde los jugadores no sienten la menor empatía hacia sus compatriotas.

La ciudadanía está podrida de campañas testimoniales que no sirven para nada. Ya no quiere seguir desperdiciando tiempo y esfuerzo en vendedores de espejitos. Y estos tipos siguen sin darse cuenta de ello.

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