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Somos demasiados

Resulta que cuando se toca este tema todo tiene un ligero tufo a egoísmo. Se plantea siempre el eterno dilema de quienes ante la magnitud negativa de lo que está ocurriendo, se declaran a favor del control de la natalidad y de aquellos, que siempre aparecen cuando se toca el tema, para oponerse si se quiere hasta violentamente, sosteniendo que lo que las grandes sociedades deben hacer, es alcanzar un desarrollo armónico que ponga las cosas en su justo lugar.

Entonces suele ocurrir igualmente lo de siempre. Ni lo uno. Ni lo otro. Todo el mundo se queda mirando, desde su vereda, cómo sube de punto el tema y se va haciendo cada vez más difícil  de solucionar.

Y conste que no hablamos solamente de nuestro país. Quizás Paraguay sea uno de los menos afectados. El problema se da a nivel mundial y sobre todo a nivel de los países pobres. Somos demasiados, para el alimento, para la salud, para la educación y para que la extenuada Tierra soporte tanta sobrecarga de gente que tiene requerimientos de todo tipo, que casi de manera infalible también, afectan a los ecosistemas naturales que se van pauperizando.

En el pasado la política de Control de la Natalidad aplicada por EE.UU, tuvo tantos detractores, en el sentido de que “por qué no aportaba ese dinero para el desarrollo en lugar de comprar anticonceptivos”, que los yanquis prefirieron meter violín en bolsa y marcharse con la música a otra parte.

Entonces, en nuestro país como en el mundo todo está “reventando”.

Surgen hormigueros humanos, apretujados y malolientes, donde los servicios básicos son insuficientes y donde contradictoriamente la población infantil es extremadamente alta lo que genera una grave preocupación por lo que les depara el futuro.

Se plantea entonces una vez más aunque tímidamente la pregunta: ¿Qué hacer ante esta realidad?

Quizás lo primero de todo sea empezar a hablar francamente del problema. Escondiéndolo bajo la alfombra no se resuelven las cosas. Menos aun adoptando una pose doctoral y sugiriendo soluciones ridículas

Pero a modo de colofón deberíamos convenir una cosa.  Hay que hacer algo. Hay que ver cómo controlar el crecimiento demográfico. Lo sentimos en la piel todos los días. Lo advierten los expertos. ¡La Tierra Explota!

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