Suplicio

No aprendemos nunca. Los americanos, o los europeos, en realidad nos estamos yendo muy lejos, podríamos aprender algo también de los hermanos chilenos, por ejemplo, que planifican sus actividades en la medida de lo posible, y van cerrando filas a medida que avanzan los tiempos. Pero, no. Estamos en Paraguay. El país de la no planificación. Donde todo se hace “a la bartola”, como decían nuestras abuelas. El caso más patético es el de la Intendencia de Asunción, a cargo del “beatle”, Mario Ferreiro.

El arreglo de la calles sin duda, era una cuestión vital, necesaria por donde se la mire, todo el mundo aplaudió cuando empezó la ímproba tarea de “tapar baches”, pero poco a poco la tensión fue subiendo de punto. ¿Qué pasa? No se ven progresos, transcurren semanas, incluso meses y uno pasa y pasa y parece que no  ha cambiado nada. Las maquinas paradas, rara vez se ve gente trabajando, en todo caso obreros desplazándose displicentemente, mientras en medio del tránsito endemoniado, los conductores mascan el freno y escupen ira a los cielos. Están las barreras coloridas, con letreros atravesados, y siguen allí por tiempo indefinido.

La avenida General Santos y el sector aledaño al cruce con la Avda. Fernando de la Mora es un  ejemplo patente de esto que hablamos. Está clausurada, semiclausurada, desviada, sucia, con baches, con polvo, uno nunca sabe con qué se encontrará en esa intersección.

Mejor desviar, ir por otro cruce, que por supuesto, también está saturado. Es un nudo vital, por el que circulan cientos de miles de automovilistas, buses de pasajeros, ambulancias (por la cercanía de Emergencias Médicas), etc., pero ahí está con obras interminables que tienen exasperados a medio mundo. ¿Cuándo van a terminarlas? Si hasta se nos antoja una imprecación en medio de la frase.

Planificación cero. Agilidad de los trabajos cero. Necesidad de los trabajos incuestionable. Pero así nooo. Es una barbaridad. Además el “beatle”, ordenó aparentemente que tapen todos los baches habidos y por haber…y al ¡mismo tiempo! Entonces uno va conduciendo por cualquier parte y se topa con los banderines amarillos y un fenomenal embotellamiento.

Asunción se convirtió así en un infierno de obras semiparadas, nervios in crescendo, todo en medio de un  tráfico cada vez más infernal.

¡Qué pena lo de Ferreiro! Nadie duda que al final del túnel habrá una luz y las calles mejorarán. Pero qué manera de hacer mal las cosas. No lo decimos nosotros. Que les pregunte a los conductores que en estos días del Señor tienen la mala suerte de intentar llegar a sus trabajos en el centro de la ciudad…

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