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Supuesta paridad solo es un bluf

Como suele ocurrir en nuestro país cada vez que se discute un tema cualquiera, quienes se oponen a la Ley de Paridad, impulsada por un colectivo de mujeres son acusados de estar en contra de la igualdad de géneros, de evitar las “grandes transformaciones” que se iniciarán a partir de la legislación, casi de ser defensores del feminicidio.

Ayer, la Cámara de Diputados rechazó el proyecto aprobado en el Senado, porque era de aplicación imposible puesto que sus artículos violaban claramente la Constitución Nacional y resultaba en la imposibilidad de aprobar una ley que eliminara las listas sábanas puesto que establecía el cuoteo por sexo.

El proyecto, tan defendido por la bancada liberal y las demás de la oposición, contiene argumentos falaces que son presentados como grandes verdades. Así se habla de que con la paridad se eliminará la desigualdad que soportan las mujeres en cada ámbito en el que actúan, y que se podría cambiar la historia generando transformaciones profundas en la sociedad.

Todo esto es falso y se basa nada más que en los buenos deseos de quienes impulsan la ley. En general, somos defensores de la igualdad de derechos y oportunidades, pero es muy diferente la igualdad ante la ley que imponer la igualdad por ley.

Si estas mujeres estuvieran realmente preocupadas por conseguir tener más oportunidades en los organismos colegiados, tanto electivos como nombrados, hubieran peleado por hacer cumplir la Ley que establece la discriminación positiva del 20%, que, en materia electoral, se cumple solamente en las internas partidarias, pero en las generales se diluye totalmente.

Es decir que tanto la Constitución Nacional como algunas leyes vigentes garantizan la participación de la mujer en todos los ámbitos, de ahí que imponer una paridad absurda es totalmente inaplicable, porque dejarían de tener efecto condiciones fundamentales como la capacidad, la idoneidad y el liderazgo, que son factores que debieran ser prioritarios tanto a nivel electoral como en concursos de oposición.

Además, pretender que la transformación llegará por obra y gracia de una ley, como si fuera algo de soplar y hacer botella, es un absurdo total. No hace falta ni imaginar esto ya que en países en donde se logró aplicar la paridad, como México, en donde la conformación de cargos pluripersonales es de 50% hombres y 50% mujeres, el machismo es uno de los más fuertes del mundo y es una de las más sólidas instituciones del país.

En cuanto al cuoteo, es de por sí vergonzoso. Imaginen un concurso de oposición en donde haya 20 cargos disponibles y resulten 15 mujeres capaces y 5 hombres en igual condición. Debido a la Ley de Paridad, 5 de esas mujeres capaces tendrían que quedar fuera y en su lugar quedarían 5 hombres incapaces, porque así lo dispone la legislación.

Con el proyecto modificado aprobado ayer en la Cámara de Diputados las cosas recuperan su racionalidad, puesto que plantea un proceso de capacitación que culmine en mayores oportunidades para las mujeres que no tienen acceso a la misma educación que los hombres, especialmente en el interior del país. Esperemos que el Senado razone y opte por lo más adecuado para iniciar un cambio que realmente genere transformación en la sociedad.

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