Con un 34,5% de intención de voto, Sebastián Piñera duplica a su competidor más cercano, el expresentador de noticias Alejandro Guillier. Las elecciones se realizan hoy en Chile.
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Tras cuatro años de profundas reformas, Chile se prepara para votar este domingo

Las elecciones de este domingo en Chile tienen como claro favorito al expresidente Sebastián Piñera. La sociedad chilena, se medirá entre las expectativas defraudadas y la preocupación por la economía. Que el gran favorito sea el único candidato que ya fue presidente (entre 2010 y 2014), habiendo terminado su primer mandato con aceptables índices de aprobación, no es demasiado llamativo. Lo curioso es que Michelle Bachelet está concluyendo un gobierno, el segundo para ella, que es sin dudas el que más reformas hizo desde el retorno de la democracia a Chile.

SANTIAGO DE CHILE.- Con un 34,5% de intención de voto, Sebastián Piñera duplica a su competidor más cercano, el expresentador de noticias Alejandro Guillier, que a pesar de ser el candidato de lo que queda de la coalición de gobierno (Nueva Mayoría), suma apenas 15,4 por ciento. Lejos aparecen la postulante del izquierdista Frente Amplio, Beatriz Sánchez, con 8,5%, y el independiente Marco Enríquez-Ominami, con 6,1 por ciento.

Los datos, tomados de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, muestran que Piñera estira aún más su ventaja cuando sólo se computan las personas que probablemente vayan a votar, algo que no es ningún detalle en un país de sufragio voluntario y baja participación. En ese escenario, Piñera sube a 44,4%, Guillier a 19,7%, y Sánchez se mantiene en 8,5 por ciento. Pero ni siquiera así le alcanzaría al ex mandatario para ganar este domingo en primera vuelta. De todos modos, sea quien sea su rival, los sondeos le dan una amplia ventaja para el ballotage de diciembre; de 39,4 a 27,2% contra Guillier, y de 39,7 a 23,3% frente a Sánchez.

Que el gran favorito sea el único candidato que ya fue presidente (entre 2010 y 2014), habiendo terminado su primer mandato con aceptables índices de aprobación, no es demasiado llamativo. Lo curioso es que Michelle Bachelet está concluyendo un gobierno —el segundo para ella— que es sin dudas el que más reformas hizo desde el retorno de la democracia a Chile. Sin embargo, su probable sucesor es el único entre los principales postulantes que se mostró abiertamente crítico de la mayoría de los cambios. El resto propone conservarlos o, en todo caso, profundizarlos. Pero esa no parece ser la voluntad de la mayoría de los chilenos.

ESTABILIDAD

Ésta había sido la marca distintiva del país desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet hasta que Bachelet asumió su segundo mandato, entre 1990 y 2014. Casi sin excepciones, todos los demás países de América Latina atravesaron en el mismo período profundas crisis económicas y políticas, que muchas veces terminaron con presidentes caídos o destituidos. En contraste, los chilenos se acostumbraron al aburrimiento de ver cambios de gobierno sin sobresaltos, con la continuidad de las mismas políticas, mientras la economía crecía pareja y la pobreza se reducía.

Pero detrás de esa estabilidad se escondían una multiplicidad de conflictos que durante mucho tiempo sólo irrumpieron de manera esporádica, como las protestas estudiantiles. Para entender esa peculiaridad hay que tener en cuenta que Pinochet entregó el poder tras perder un plebiscito en el que nada menos que el 44% de la población votó por su continuidad. Eso le permitió controlar la transición y diseñar un formato institucional que hizo muy difíciles los cambios bruscos y forzó a los distintos sectores políticos a negociar absolutamente todo.

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