Donald Trump, presidente de los EEUU.
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Trump se quedó sin veto migratorio y debió retroceder actitud con China

El presidente Donald Trump tuvo en estos días un duro baño de realidad: la Casa Blanca no se maneja con la discrecionalidad a la que está acostumbrado en sus empresas ni con la verborragia típica de campaña porque hay límites que hay que respetar. En la peor semana desde que asumió, Trump soportó golpes desde la Justicia, China e incluso Irán, mientras él descargaba su ira por Twitter y sus asesores intentaban controlar los daños.

WASHINGTON.- Según refiere un artículo del diario Clarín, Trump recibió el más fuerte revés de su joven presidencia -iniciada el 20 de enero- el jueves pasado, cuando tres magistrados de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito de San Francisco fallaron contra su decreto que suspendía el ingreso de refugiados y de ciudadanos de 7 países musulmanes. El tribunal consideró que la orden ejecutiva no tenía que ver con la seguridad nacional y que podía ser discriminatoria.

Trump ya venía emitiendo calificativos poco habituales para un presidente contra la Justicia -llamaba “seudojueces” a los magistrados, los acusaba de estar “politizados”-pero con el fallo estalló de ira: “¡NOS VEMOS EN LA CORTE!”, escribió por Twitter en mayúsculas, que en la etiqueta de las redes sociales significa estar gritando. Luego calificó a la sentencia de “desgraciada” y “vergonzosa”.

A pesar de que el presidente advertía que iba a apelar la decisión, aparentemente sus asesores lo convencieron de que era más razonable modificar el decreto. En el Supremo corre riesgo de perder porque si hay empate allí, algo muy probable, rige la decisión de la Corte de Apelaciones.

El decreto causó caos y protestas sobre todo de los países afectados Irán, Irak, Yemen, Sudán, Somalia, Libia y Siria. Las más fuertes vinieron desde Irán. El presidente Hassan Rohani atacó las políticas de Trump y lo consideró “un principiante”.

Otro límite que tuvo que soportar la semana pasada fue en la relación con China. Durante la campaña y la transición, Trump amenazó con gravar las importaciones de Beijing y aún más: dijo estar dispuesto a revisar la tradicional política estadounidense de “Una China, dos sistemas”, que implica el no reconocimiento de Taiwán, que Beijing considera una provincia rebelde. El gobierno chino puso el grito en el cielo porque encima Trump había hablado por teléfono con la líder taiwanesa, lo que rompía 40 años de tradición diplomática.

Aunque China había recibido el “regalo” de que Trump congelara el Tratado Trans Pacífico, diseñado para límitar su influencia comercial, la tensión estaba al máximo. Pero Trump decidió guardarse sus palabras y entabló una charla amable con su colega Xi Jinping el jueves. Algunos medios revelaron que esa comunicación se hizo solo luego de que el estadounidense aceptó respetar la política de “Una China”. En la charla, Trump se comprometió a no romper esa tradición diplomática y así se lo hizo saber a mundo. Parece haber entendido que con el gigante asiático, entre otros, no se juega.

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