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Un gran obstáculo para ser feliz

Por: Lic. Juan Ramón González Pereira (*)
Por: Lic. Juan Ramón González Pereira.

Aún no hemos culminado de transitar el primer mes del año y las estadísticas ya nos delatan cifras alarmantes de una sociedad violenta, confundida, agresiva y con pocos recursos para lidiar diferencias y sortear situaciones conflictivas.

En todos los hechos acontecidos merece una atención preferencial la violencia de género, atendiendo que nos topamos con una triste realidad este año, donde prácticamente dos mujeres por semana pierden la vida por este terrible flagelo que azota en especial al seno familiar.

Al hacer una mirada a nuestra historia vemos a un Paraguay que convive por mucho tiempo con el concepto de predominio del hombre sobre la mujer, a tal punto, por graficar un ejemplo, los hombres no denominaban a sus mujeres, esposa o compañera, sino más bien con el término de “che serviha”.

Este particular término ya ubicaba a la mujer con un rol inferior y por debajo de la acción del hombre, relegándola de muchos roles sociales, que hoy gracias a las luchas emprendidas por ellas mismas fueron revolucionando este denigrante concepto, logrando de esa manera una mayor participación social.

Estas situaciones extremas las podemos conocer porque la información se masifica a través de los medios de comunicación y redes sociales. Uno imagina la cantidad de casos de mujeres violentadas en el entorno familiar y social que no cobran un estado público y que engrosan una cifra alarmante que lastima, empobrece e impide a todo un entorno, en especial a los hijos ser felices y mejorar la sociedad.

Si bien se encaminan políticas públicas que pretenden erradicar este y otros males, no es menos cierto que siguen resultando estériles ante tanta violencia social; bien podemos afirmar con total certeza que no es provocado sólo por la ignorancia, atendiendo que no se escapa ni es ajena a todo esto ningún estrato social.

Los que amamos la vida y profesamos alguna fe, sostenemos que es posible la vivencia plena de los valores, el respeto a la vida y más aún al género femenino que debe seguir enamorando y enterneciendo nuestros sentimientos.

En la construcción de esta sociedad que no sólo predique la igualdad de género sino que la haga realidad, debemos todos sumar nuestros más esmerados esfuerzos.

Paraguay se merece y puede construir una sociedad justa, sin violencia y con una madurez en su ciudadanía y que ya no sean estos flagelos, obstáculos para ser feliz.

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