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Un psicópata marca la agenda de Uruguay

Bajo apariencias supuestamente “institucionalistas”, el gobierno de Tabaré Vázquez ha hundido al Mercosur en la peor crisis de su historia, al extremo de que a partir de mañana podría quedar acéfalo. Una vergüenza para el Uruguay, cuyo gobierno se ha jugado como ningún otro por un dictadorzuelo de la peor calaña, Nicolás Maduro, salvo los integrantes de la “Alianza Bolivariana” (ALBA) como Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otras naciones pequeñas del Caribe. La inusual situación es fruto del error de haber permitido el ingreso de Venezuela al bloque, cuyos altos costos hoy están a la vista. Lejos de dar cumplimiento al deseo uruguayo, de traspasar la presidencia pro tempore al “epígono” de Hugo Chávez, lo que corresponde es proceder a la suspensión de Venezuela como miembro, hasta tanto en ese país se restaure el Estado de Derecho.

Ahora resulta que el gobierno uruguayo descubrió que “lo jurídico debe primar por sobre lo político”, lo cual constituye un acto de soberana hipocresía, ya que cuando en el 2012 votó por la suspensión de Paraguay como miembro pleno, inmediatamente después de que el Congreso destituyera a Fernando Lugo vía juicio político, dijo exactamente lo opuesto. El criterio de entonces fue que “a veces, el criterio político está por encima de lo jurídico”, con la intención de justificar la arbitraria resolución sin siquiera haberle otorgado a nuestro país algo tan elemental como el derecho a la defensa.

Pero además, lo que se plantea en el caso de Venezuela se basa en lo que contempla el “Protocolo de Ushuaia”, que establece sanciones en caso de “amenaza de ruptura del orden democrático o a una violación del orden constitucional”, tal cual sucede desde hace meses en la nación de Bolívar.

Nada de esto parece importar a Tabaré. Su política es defender a Maduro a capa y espada, al contrario de su antecesor, José “Pepe” Mujica, también del “Frente Amplio”, quien hace un par de meses lo tildó de estar “más loco que una cabra” y lo responsabilizó del caos reinante en su país.

Lo cierto es que desde su fundación en 1991, en el Mercosur nunca se pensó oír lo que pasa en el presente, sumido en una parálisis absoluta, como lo demuestra la cancelación de la reunión que debían celebrar mañana los cancilleres y ministros de economía de los países miembros, que es el tercer intento fallido por superar la crisis.

Por ahora no se divisa ninguna salida. Las declaraciones de los cancilleres se limitan a expresiones tales como “seguiremos buscando mecanismos para acercar las posturas que hoy se hallan contrapuestas”, etcétera, y quien reconoce la ausencia de toda luz al final del túnel es el ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, Rodolfo Nin Novoa: “Estamos en un verdadero problema, un gran problema”, afirmó al definir el inédito transe por el que atraviesa el Mercosur.

Parece increíble que un organismo regional con problemas pendientes de solución, como realizar una serie de ajustes para dar cumplimiento a todo lo estipulado en el Tratado de Asunción y el importante desafío de negociar con la Unión Europea, esté zozobrando por causa un psicópata que nada heredó de su “maestro”, Hugo Chávez, más que sus delirios mesiánicos.Y más increíble resulta que una persona de esas características defina la política exterior del Uruguay ante a sus principales socios.

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