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“Una pobre indiecita”

Que una persona de las características de Efraín Alegre quiera cerrarle la boca a todos afirmando que “se trata de una guerra sucia” y que “ni considera el caso” de la denuncia contra su compañero de fórmula, Leo Rubín, por violación, embarazo y negativa a reconocer la paternidad, no nos sorprendió en absoluto. Y que lo diga en el marco de un encuentro con algunos referentes de los pueblos originarios, a uno de los cuales pertenece la denunciante, tampoco. Después de todo, el hombre nunca se distinguió por su sensibilidad social, ni menos aún por sus luces. Pero que una agrupación que dice defender los Derechos Humanos, como CODEHUPY,  le caiga con palos a la afectada y al mismo tiempo considere “plausible” la actitud del acusado (¿?) es cuanto menos repugnante, al igual que el silencio cómplice de las llamadas organizaciones “feministas” y la censura por parte de un amplio sector de la prensa.

Oscar Ayala Amarilla, directivo de la referida Coordinadora, dijo en entrevista con Radio 1000 que Amalia Flores, la indígena presuntamente violada y embarazada por el comunicador ahora devenido en político, “no estaría a la altura de lo que ha puesto a conocimiento de la opinión pública”. Una conclusión groseramente discriminativa y traída de los pelos, pues luego admitió que ni siquiera tomaron contacto con Amalia para conocer su versión de los hechos. No obstante añadió que no se pronunciarían al respecto, dado que (el tema) “está como contaminado por las circunstancias electorales”. En otras palabras, sostiene la misma postura que la de Efraín, solo que en el caso de CODEHUPY echa por tierra su misma razón de ser, como supuesta “defensora” de los Derechos Humanos.

La verdad es muy distinta. Flores, excluida entre los excluidos, radicó la denuncia ya en el año 2015, en la Codeni de Mariscal Estigarribia, cuando Leo no tenía ninguna actividad política, a la que se volcó recién hace un par de meses. Al publicarse el caso en las redes sociales, ella se ratificó en los mismos términos, pero el acta había “desaparecido” de la citada institución. El pasado viernes lo hizo nuevamente, esta vez ante la Fiscalía. Y ayer, bajo patrocinio de un defensor público, presentó la acción de filiación, a lo que seguirá seguramente un examen de ADN, esta vez por los cauces legales y no extrajudiciales, como pretendía Rubín y que para la CODEHUPY es digno de aplausos.

El acta finalmente apareció y ya está en poder de la Fiscalía. No hace al fondo de la cuestión, pero sirve para corroborar lo que había dicho Amalia acerca de que su denuncia data de hace casi tres años y destruye la teoría de la “guerra sucia”, la “contaminación electoralista”, etcétera, que aducen Alegre, Ayala Amarilla y todos los que no quieren que “ni se considere el caso” por una combinación de factores, que van desde cuestiones corporativas, por ser Leo el hijo de una persona tan respetada como Humberto Rubín, hasta lo político, teniendo en cuenta que es el candidato de la oposición a la Vicepresidencia.

Ante un tema tan grave como este, nuestra posición es clara e invariable. No le acusamos, ni le eximimos de culpas a Leo Rubín. Eso lo dirá la Justicia. Pero informamos y seguiremos informando todo lo que ocurra en torno al caso, así como desnudando a los que incurren en un acto de inmoralidad por partida doble, a saber: Silencio absoluto cuando el denunciado está en la cúspide de la pirámide social y total desamparo para quien tiene la desgracia de hallarse en la base, más aún si se trata, como en este caso, de “una pobre indiecita”.

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