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Con una ligereza increíble y olvidando la gravedad de la denuncia, todos los miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados coincidieron con Eduardo Petta en que los fiscales debían hacer su trabajo, lo que no consideraron injerencia política en la Justicia. Esto demuestra que las promesas de renovación no sirvieron para nada y que continúa el mismo carnaval.

ASUNCIÓN.- Esto podría considerarse la crónica de un blanqueo anunciado, puesto que, de acuerdo a la experiencia que tenemos los ciudadanos con el JEM, sabemos que sus resoluciones y actitudes son apenas testimoniales, buscando justificar su existencia, pero sin que esta afecte para nada a la vida de la República.

El caso de Petta no fue cualquier verdura, como ahora pretenden convencernos. Fue una denuncia grave, bien identificada, que lo acusaba de coacción y de injerencia política en el trabajo del Ministerio Público. Nadie puede pensar que la fiscala Victoria Acuña y el resto de su gremio no hayan analizado con detalle la nota que presentaron al presidente del jurado, Cristian Kriskovich; sin embargo, agacharon la cabeza sin ninguna objeción ante la ratificación de Petta, quien fue totalmente apoyado por sus colegas.

La Asociación de Agentes Fiscales había denunciado al legislador por coacción e injerencia política, por haber amenazado con someter al jurado al investigador de la causa contra el fiscal general, con permiso, Javier Díaz Verón, si no lo imputaba por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.

Pero resultó que no pasó nada grave y que lo dicho por Petta no fue ninguna amenaza sino que ejerció su derecho a exigir que los fiscales cumplan con su trabajo. Por lo menos eso es lo que quedó claro luego de la reunión del JEM con Acuña, presidenta del gremio de fiscales. Lo que demuestra esto es que las promesas de renovación del colegiado fueron puro bla bla y que continúa el mismo carnaval.

Sus miembros nunca tuvieron la menor intención de sanear la Justicia y poner fin al sistema de impunidad vigente desde hace décadas. Para colmo, el silencio de los políticos y de la prensa amiga lo que hacen es confirmar esta lamentable verdad. Petta quedó impune y hasta parece haber sido aplaudido por sus colegas. Es decir que, nuevamente, aquí no pasó nada.