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CAACUPÉ.- Monseñor Ricardo Valenzuela asumió ayer como nuevo obispo de Caacupé, durante la misa dominical celebrada a las 10:00. Lo hizo en reemplazo de Claudio Giménez, quien renunció hace más de un mes.
Valenzuela recibió el apoyo de cientos de devotos quienes acudieron especialmente para presenciar el acto y lo hicieron con aplausos y vítores. El exobispo de la Diócesis de Villarrica dijo ser un devoto de la Virgen de Caacupé manifestando que desde pequeño era traído por su madre al Santuario.
Dijo que cuando supo que fue nombrado obispo sintió una emoción muy grande que hasta le temblaron las piernas. Sostuvo que la Virgen de Caacupé lo trajo para una misión por lo que pide la oración de todos para ayudarlo a cumplir esa misión.
Valenzuela inició su homilía felicitando a todos los presentes por el Día de la Amistad. A continuación agradeció el acompañamiento comunitario de los obispos presentes y fieles que se llegaron hasta el Santuario.
El obispo de Caacupé reconoció que a partir de ahora tendrá una responsabilidad muy grande, pues estará al frente de la ciudad conocida como la capital espiritual del Paraguay, debido a la cantidad de fieles que le rezan a la virgen de Caacupé.
Se refirió además a la misión apostólica de los obispos diciendo que los olores de la santidad deben impregnar a la Iglesia como el perfume de la unidad y comunión eclesial, teniendo en cuenta que el obispo es fundamento de esa unión.
Valenzuela agregó que el obispo nunca debe pensar y actuar solo ya que la unidad hace creíble y fuerte la evangelización. Exhortó a los cordilleranos y caacupeños a ser puentes de unidad entre todos. “Como Iglesia debemos hacernos presentes en las vulnerabilidades y necesidades humanas”, refirió en otra parte de la homilía.
Añadió que tiene en cuenta las palabras del Papa Francisco de salir de sus despachos al encuentro de los fieles. Pidió permiso para poder ingresar a las casas y compartir con todos sus necesidades y alegrías y mostrando el amor de Dios con prudencia y sencillez y trabajar con ilusión y pasión.
Tras consumarse el traspaso de mando, Claudio Giménez pasó a ser obispo emérito con 75 años de edad.
