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Venezuela está harto y hambriento de libertad

José Rojas.
José Rojas.

Y comenzaron las reacciones de los países demócratas, después del reclamo paraguayo a Venezuela por el respeto a los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Gestión que le costó a Paraguay la exigencia del pago total, antes de plazo, de la deuda a PDVSA por la venta de un gasoil, malo y caro.

En el Mercosur, los gobiernos tendrán que posicionarse, en caso de que se produzca una ruptura del orden político, y aplicar la cláusula democrática, con la suspensión de Venezuela del grupo. La creciente violencia oficialista es indisimulada. La Policía y las hordas que responden al régimen chavista que salen a las calles a ‘poner orden’ no distinguen a la hora de golpear a la gente, entre ciudadanos de a pie y autoridades parlamentarias. Todos ya son enemigos ante la ceguera del dictadorzuelo.

Los 16 años de autoritarismo chavista se están agotando rápidamente. La decadencia comenzó con Hugo Chávez y a su heredero Nicolás Maduro se le acabaron las respuestas. Durante 16 años el socialismo bolivariano intervino de manera creciente en la economía, expropió bienes, controló precios y cambio, la corrupción se amplió, la violencia y la criminalidad aumentaron de manera exponencial. Se está consumiendo en propio caldero.

El régimen chavista está asediado por la naturaleza, por la crisis del mercado petrolero, acosado por la oposición y por su propia incompetencia que se está convirtiendo en su propia trampa; lo superó y con el agua al cuello hoy grita su ineptitud y ve enemigos hasta en la sopa.

El reciente aumento salarial del 30% y la amenaza presidencial lanzada el 1 de mayo de una rebelión popular para tomar las plantas que dejen de producir, son actos de desesperación ante una inflación que podría llegar al 700% y al desabastecimiento total de productos en las tiendas. Esta son reacciones viscerales de Maduro que prueban que está fuera de control y sin retorno.

El derrumbe del nivel de vida de los venezolanos, sin luz, trabajo, con tremenda escasez de productos básicos y sin la mínima seguridad pública en las calles terminó hartando a los ciudadanos.

Entendieron los dirigentes de la oposición que llegó el momento de salir a buscar apoyo internacional después de la organización de sus fuerzas concentradas en la Asamblea Legislativa que apuesta a un referéndum cuyo objetivo es destituir a Maduro antes del 2019.

El signo político en la región ha cambiado. La realidad internacional ya no es aquella que permitió la actitud de bravucón a Maduro para invadir el Palacio de López a gritos y maltratando a los militares y exigirles que ataquen el Congreso en el momento en que se definía el juicio político a Fernando Lugo.

A diferencia de aquellos años, cuando el Socialismo del Siglo XXI reunía a presidentes de América del Sur afines a Chávez y a cambio de maletines y barriles de crudo; hoy ya con signos políticos diferentes y con planteamiento democráticos exigen a Maduro que cese el uso del poder para perseguir y que reinstaure la libertad y la democracia.

El movimiento de los gobiernos demócratas se adelantó a la visita de Henrique Capriles y comenzó con un urgente llamado a la acción diplomática de la Cancillería paraguaya a favor de la restitución de la democracia en el país caribeño que generó un fuerte apoyo de la autoridad de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Casi de inmediato se extendió en el Mercosur y los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay y Chile exigen a Maduro que frene la violencia después de agresiones a parlamentarios de la oposición durante una manifestación.

La cancillería de estos países recordó a Maduro que las autoridades tienen la responsabilidad de garantizar el derecho a las manifestaciones pacíficas y a la libre expresión de ideas. Un documento enviado al ministerio de Relaciones Exteriores de Caracas está firmado por los cancilleres Susana Malcorra, de Argentina; José Serra, de Brasil; Heraldo Muñoz, de Chile, y Rodolfo Nin, de Uruguay.

Se sumó John Kerry, secretario de Estado de Barack Obama y exigió que se respete la libertad de expresión, libere a los presos políticos y alivie la escasez de alimentos y medicamentos. Lo hizo ante la Asamblea de la OEA, en Santo Domingo.

Surtió efecto el reclamo de toda América, menos Cuba. La OEA votará en 23 de junio la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela, como ha solicitado el secretario general, Luis Almagro, para aumentar la presión internacional sobre el gobierno de Nicolás Maduro.

Se acabó su cuarto de hora y la presión internacional permitirá a los ciudadanos venezolanos a exigirle que abandone el poder y llame a elecciones libres cuanto antes. El pajarito dejó de cantar.

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