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ASUNCIÓN.– Unas 13.000 mujeres indígenas del Chaco están cada vez más cerca de lo anhelado: El agua potable. Son ellas las gestoras del agua en esta región. Ocupan de 3 a 5 horas diarias en su búsqueda, recorriendo kilómetros bajo el inclemente sol del Chaco, en condiciones siempre desfavorables: calor, frío, lluvia, inseguridad, peligro. Y se abastecen de tajamares y aljibes, no aptos para el consumo, en la mayoría de los casos.
El mayor impacto de la falta de agua también la reciben ellas: afecta su salud física, educación (son las niñas las que acompañan las tareas de búsqueda), sus oportunidades de capacitación y participación. Son las responsables de la higiene, de atender las enfermedades (causadascasi siempre por consumo de agua contaminada), de la preparación de comida, la limpieza y otros quehaceres.
Así transcurre la vida de casi la mitad de la población nativa de 86 comunidades, unas 13.000 mujeres de las etnias Enlhet Norte, Sanapaná, Enxet Sur, Nivaclé, Guaraní y Ayoreo.
Esta realidad quedará atrás cuando el servicio llegue a estas poblaciones, asentadas en los distritos de Loma Plata, Mariscal Estigarribia, Filadelfia y Tte. Irala Fernández, beneficiarios directos de la segunda fase de construcción del acueducto. Esta obra integra el Programa de Agua y Saneamiento para el Chaco y Ciudades Intermedias de la Región Oriental, impulsado por la Unidad Ejecutora de Proyectos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (UEP-MOPC).
“Es muy difícil la vida de la población indígena, sobre todo para las mujeres que llevan sobre sus hombros el peso de atender las enfermedades de sus hijos, como consecuencia de consumir agua contaminada”, explica María Cañiza, socióloga especialista en género del proyecto. A esto se suma, “el esfuerzo que representa para ellas conseguirla y transportarla”.
