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Vía Crucis

Viajar por las rutas II y VII rumbo a Ciudad del Este, se ha convertido ahora en una suerte de “aventura extrema”.  El viaje debe ser bien planificado desde luego. Antes, bastaba controlar el nivel del agua y el aceite del motor, calibrar las cubiertas, llenar el tanque de combustible y listo. A montarse al asfalto y a ¡devorar kilómetros se ha dicho!

La “patrona” bien instalada en el asiento del acompañante, instando en todo momento a tener cuidado en el manejo y los chicos en el asiento trasero, ahora también con  el cinturón de seguridad puesto. Una música en el equipo, el volumen que se maneja desde el volante y todo perfecto.

Este idílico paisaje del viaje a CDE se ha transformado brutalmente en este momento.

Los preparativos para el viaje deben incluir ahora, exagerando un poco, una carpa para camping a la vera de la ruta, provistas, agua, bolsa de dormir y un televisor para pasar el rato.

Revisemos la Bitácora de un viaje que se efectuó ayer poco antes del mediodía hacia CDE.

Todo iba bien, pese a la enorme sobrecarga de vehículos en la vía, la circulación era razonable.

De pronto una tremenda cola de autos y camiones en un sitio inusual. ¿Qué pasará? El hecho de ser viajeros habituales por esa ruta ya te enciende la luz de alerta.

Era un corte de ruta. Kilómetro 200, zona Campo 9, cerca del peaje. Unas 15 personas paralizaban totalmente el tránsito en una ruta internacional.

El motivo: Más que atendible. Una protesta por el “facturazo” de la ANDE.

No había más remedio que esperar, fumarse un cigarrillo y reanudar el viaje cuando el piquete se retire…una media hora después.

De nuevo en camino. Pero unos 20 kilómetros más adelante..¡epaa!, otra cola, otro corte de ruta, idéntico reclamo. Ya con menos resignación, a esperar que la medida sea levantada.

Avanzaba la tarde y nadie avanzaba en la ruta.

De nuevo un suspiro de alivio cuando se dignaron dejar seguir a los automovilistas.

Uno pensaba que llegaría ya a destino sin  ningún inconveniente, pero ¡no!, todavía quedaba una estación del vía crucis antes de llegar.

En el kilómetro 250, saliendo de O’Leary, otro grupo de gente en medio de la ruta. Por la cercanía a CDE, la cola de vehículos era fenomenal. El nuevo contratiempo lo deja ya a uno a  punto de estallar y cometer una locura. El viaje se había convertido en un verdadero suplicio.

El corte duraba y duraba y era tierra de nadie. Policías miraban sin actuar, no había fiscales, menos aún la gente de ANDE para anotar el reclamo, un vacío de autoridad que daba miedo.

Finalmente cuando uno llega a destino lo hace extenuado, nervioso, con la jornada perdida y “con ganas de matar” (por supuesto no en términos reales), como diría un amigo.

Este es el país en el que vivimos ahora. El que heredarán nuestros hijos. El de “sálvese quien pueda”. Es terrible.

Nuestros reclamos son justos, pero ¿Por qué tenemos que afectar derechos de los otros?  No vamos a aprender.

Desastre…nosotros

Desastre ko… “situación”

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