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Viejos cínicos

Desde que en ámbitos del oficialismo comenzó a barajarse el nombre de Santiago Peña, como posible precandidato del sector para la presidencia de la República, empezaron también los ataques en su contra de quienes aspiraban a obtener la representación del sector, al igual que de la disidencia. Unos y otros se “rasgan” las vestiduras por su escasa antigüedad, así como por su anterior filiación al radicalismo auténtico. “Es hora de que los genuinos representantes del coloradismo, políticos de tradición, sean los representantes del partido en el Palacio de López”, son algunas de las expresiones que más utilizan, que suena fuerte, pero dice muy poco. En efecto, la pregunta es, ¿y para qué sirven la “antigüedad”, la “tradición” y demás yerbas,  si éstas se ponen al servicio de una alianza con los enemigos jurados del gobierno colorado y del coloradismo, tal como lo hizo “Marito” con Efraín Alegre, el rostro más espantoso que pueda mostrar el liberalismo?

En el caso de los “Añetete” y su líder, el senador Mario Abdo Benítez, el romance político con el titular del PLRA se inició desde hace ya varios años. Juntos arremetieron una y otra vez contra los proyectos emblemáticos del Poder Ejecutivo, sin importarles un comino perjudicar los intereses nacionales. Juntos impusieron en la presidencia del Congreso al liberal Robert Acevedo; un impresentable sobre el cual pesa una tonelada de denuncias por sus vínculos con el narcotráfico. Y también juntos, primero destruyeron el funcionamiento institucional de la Cámara Alta, al presentar un proyecto de ley, el de la enmienda, con el objeto de rechazarlo en forma meteórica, para después convertirse en los ejecutores de la estrategia de violencia promovida por los medios hegemónicos, que derivó en los trágicos episodios de la crisis del pasado 31 de marzo.

Solo en el periodo de los últimos doce meses, la alianza conformada por “Marito” y Efraín anuló el proyecto de ley de emergencia educativa, propuesto por el gobierno para reparar los colegios y escuelas que ya entonces amenazaban con caerse sobre las cabezas de nuestros jóvenes. Las bancadas que dirigen en el Senado, de común acuerdo, postergaron por meses la aprobación de la normativa para que el salario mínimo se ajuste de manera automática todos los años, así como un crédito de 200 millones de dólares otorgado por el BID para financiar obras públicas. No satisfechos con ello, destrozaron el proyecto de Presupuesto General de la Nación, no dejando otra opción al Ejecutivo más que vetarlo, luego lanzaron una campaña de boicot internacional a la colocación de los bonos soberanos del Paraguay y ahora pretenden sabotear el histórico acuerdo de Yacyretá, cuya concreción producirá grandes beneficios para nuestro pueblo.

De nada de eso puede acusársele a Peña, por más que antes haya estado afiliado al PLRA, como cuestionan los de mentalidad cavernícola. Al contrario, fue una de las piezas claves para impulsar todos y cada uno de esos emprendimientos del gobierno colorado y, al afiliarse a la ANR, obtuvo los mismos derechos que le asigna los estatutos a cualquiera de sus miembros.

Es muy diferente al caso deMario Abdo “el antiguo”, Mario Abdo “el de tradición” colorada, al “Marito” que actuó todo este tiempo como simple furgón de cola de… ¡un liberal!, el peor de todos, quien haría sentir vergüenza a los Cecilio Báez y Manuel Gondra, tal como abochorna en la actualidad a los auténticos liberales.

¿Será ésta la “antigüedad” que reivindican Juan Afara, Hugo Velázquez y Luis Alberto Castiglioni? ¿Es ésta la “tradición” que defiende Nicanor Duarte Frutos? ¿Se olvidan todos ellos que hace cinco años nos presentaban a un “outsider”, como Cartes, sin ninguna experiencia política ni en la administación pública, cual si fuera el remedio para todos los males? ¿O en realidad eso les importa un pito y lo que en verdad buscan son sus propios espacios de poder para satisfacer sus ambiciones personales?

Sería más productivo que disidentes y “neo” disidentes dejen de lado su discurso mediócre, retrógrado y mentiroso,  y utilicen su tiempo para esbozar un proyecto político alternativo al del oficialismo, del que evidentemente carecen. De lo contrario, quedarán ante la ciudadanía como hipócritas de larga data, es decir, viejos cínicos.

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