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¡Ya empezamos!

Apenas se anunció la inminente construcción de un nuevo súper-viaducto,  que aligere el nudo que se forma en las inmediaciones del Jardín Botánico donde convergen las grandes avenidas que descargan un inmenso volumen de tráfico que llega desde la zona del aeropuerto, Luque, Roque Alonso, la Transchaco y toda la red que se dirige al norte del país, ya salió un grupo de vecinos para oponerse radicalmente a la obra.

Realmente es un cuello de botella fenomenal. Todo aquel que haya circulado por el sitio nos dará la razón. Un verdadero suplicio, luego de venir raudamente, con el viento en el rostro, circulando libre por las flamantes vías que llegan de hacia el aeropuerto, de pronto… se llega a un infierno. Colas, bocinazos, roces, claro que los hay, improperios y sobre todo pérdida de tiempo lo que en horas pico resulta exasperante a más no poder, porque hay que llegar puntalmente a los empleos en la zona céntrica de Asunción.

Por supuesto que se justifica a todas luces que en el lugar se construya un puente elevado, túneles para los cruces y colectoras que encaminen a los autos a la zona de la costanera donde todo concluirá para bien y para felicidad de cientos de miles de paraguayos que llegan por allí.

La obra requerirá que unas tres hectáreas del Botánico sean tomadas para las estructuras del viaducto, las mismas serán compensadas por arreglos que hará la comuna de Asunción, con otras tierras.

La armonía respecto al trabajo era total hasta que ahora apareció un grupo de vecinos sumamente molestos por lo que se estaba anunciando, esgrimiendo razones posiblemente atendibles, pero que colisionan frontalmente contra el interés común. Nos retrotrajo a la memoria lo que pasó con el Metrobús. Este fantástico emprendimiento del gobierno anterior hizo agua por la intemperancia de los famosos “frentistas” que en su afán de lucrar al máximo posible con las indemnizaciones y demás, terminaron por matar a la gallina de los huevos de oro. Estuvieron en esto auxiliados por la mala prensa, la que ejerce en toda circunstancia, el diario ABC Color.

Protestaron porque se iba tumbar árboles y uno de ellos sostuvo que la “reforestación no sirve en estos casos”, otro hablo de que el asunto no había sido consultado con  ellos (posiblemente para insistir con las indemnizaciones) y otro portaba una pancarta que rezaba: “Ferreiro nunca más”.

Es un axioma en el mundo entero, aunque aparentemente en Paraguay no, que el interés común prima sobre el asunto particular por lo que un emprendimiento que va a beneficiar a muchísima gente deberá ser prioritario, aunque lesione los derechos de una minoría.

La lección del Metrobús está a la vista. Las autoridades deben mantenerse inflexibles ante este tipo de reclamos. La obra tiene que hacerse, es demasiado importante por todo lo que significa, no solamente en cuanto a agilizar el tránsito, es además trabajo precioso para cientos de obreros y sus familias y para las empresas que se encargarán de gerenciarlo.

Lo decía el periodista y predicador cristiano, Carlos Alberto Rodríguez. “Debemos ser capaces los paraguayos, de una vez por todas, de propiciar el bien común”.

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