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No es exclusividad nuestra sino un mal endémico en el mundo. Parece ser que sin importar los avances de la ciencia y la tecnología, hay algún lugar de la mente del ser humano que sigue sin entender que solamente en la igualdad de derechos entre sexos, razas y religiones diferentes se podrá basar la esperanza de la supervivencia de la raza humana en unos cuantos años más.

Pero en nuestro país las cifras siguen golpeando con demasiada fuerza como para que quienes apuestan a un mundo igualitario y respetuoso de las diferencias puedan permanecer indiferentes. En el Paraguay del Siglo XXI, que pretende incluirse en la comunidad de naciones como un país avanzado, solvente y esperanzador, siguen muriendo mujeres como víctimas de la violencia de su entorno familiar, y diariamente, 2 niñas dan a luz en todo el país.

Para ahondar en detalles, solamente en el 2017 ya han sido víctimas de feminicidio más 40 mujeres, casi todas víctimas de su pareja. Esta escalofriante cifra nos da la pauta de que, a pesar de todo lo que hemos avanzado como nación, para un alarmante número de la población, la mujer sigue siendo un ser sin derechos garantizados, de segunda categoría, que puede ser objeto de violencia irracional sin que hubieran mayores consecuencias.

Hoy se celebra el Día Internacional Contra Toda Forma de Violencia Contra la Mujer y hay más de 80 organizaciones que han comprometido su asistencia. Si se repite lo mismo del 8 de marzo pasado, es de esperar que gran parte de la ciudadanía también se sume al acto.

En Paraguay, la lucha de años de varios colectivos femeninos ha introducido importantes avances, tanto en la legislación como en la reacción de las fuerzas de seguridad. El problema es que aún no se ha podido atacar el mal mayor, la mentalidad represora y violenta de quienes la siguen viendo como un objeto a su disposición, ya sea a su esposa, amante, hija o nieta. De hecho, está más que confirmado que casi el 100% de los casos de violencia son ejercidos por el entorno masculino más cercano a la víctima.

Este año se introdujo la figura del feminicidio como delito específico en el Código Penal. Algunos pensarán que es llovido sobre mojado puesto que es un asesinato; sin embargo, sus características bien específicas obligaron a los legisladores a darle un tratamiento especial y establecer penas más duras.

Feminicidio implica que se asesina a una mujer por ninguna otra causa más que la de ser mujer. Eso es lo que la hace más grave que cualquier crimen de otra naturaleza. A pesar de la gran solidaridad que la causa #PorEllas consiguió hace unos meses, lo llamativo es que es muy poco el avance real que se ha logrado hasta ahora en esta intensa lucha contra la violencia visceral e intensa que existen en muchos núcleos familiares hace las mujeres y niñas, a quienes, hasta ahora, se ve como objetos de propiedad de los varones.

Hay avances y retrocesos, como en toda lucha histórica en la que se cambian paradigmas. Pero hasta tanto no disminuyan las cifras del horror, nadie podrá presumir de que en este país se ha empezado a caminar por la senda del respeto y la igualdad entre hombres y mujeres.

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