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ABC y su repetida apología del delito

El gran adalid del Estado de Derecho y la democracia es justamente el que con frecuencia incita al pueblo a la desobediencia de la ley, cada vez que ésta no se ajusta a sus intereses. No se necesita demasiada imaginación para adivinar que estamos hablando de Aldo Zuccolillo, el caprichoso y egoísta dueño del diario ABC, medio de comunicación al que convirtió en una especie de brazo armado de sus ambiciones y negociados.

Hace años que Acero declaró la guerra al presidente Horacio Cartes por la sencilla razón de que, desde que asumió el poder en el 2013, el jefe de Estado cerró la canilla a los grandes negocios que el empresario hizo siempre con el gobierno y que le sirvieron de base para amasar la inmensa fortuna que hoy ostenta.

A medida que pasaban los años, intentó una y otra vez frenar las acciones de gobierno que pudieran hacer crecer la figura de Cartes y pudiera darle una proyección política que estaba muy lejos de los planes que Zuccolillo tenía para el futuro. La credibilidad de la opinión pública, de la que, inexplicablemente, sigue gozando en alguna medida su diario, hizo que convenciera a sectores políticos anticartistas de que una alianza estratégica con él les conseguiría importantes victorias.

En el momento del tratamiento de la reelección vía enmienda, la conspiración entre él y sus compinches políticos llegó a tal punto que el presidente Cartes tuvo que renunciar a un segundo mandato en estas elecciones para que la ciudadanía no tuviera más bajas que contar. A lo mejor en ese momento, Zuccolillo pensó que su enemigo visceral desaparecería de la escena política. Pero los hechos pronto le demostraron que estaba equivocado y que Cartes distaba mucho de querer llamarse a retiro.

La candidatura del jefe de Estado al Senado es legal y constitucional, de acuerdo a analistas que están lejos de la discusión electoralista y pueden hacer análisis serios y creíbles. El análisis es sencillo y solo tiene en cuenta una cosa: un premio, como es la senaduría vitalicia para los presidentes que cumplieron con su deber de manera correcta y no tienen ambiciones políticas, de ninguna manera puede convertirse en un castigo para quienes, en la misma situación, sí las tienen.

Esto también lo entendió el Tribunal Electoral de la Capital, primera sala, que decidió rechazar las impugnaciones presentadas y decidir que las candidaturas de Cartes y Nicanor Duarte Frutos están perfectamente habilitadas para competir por bancas en el Senado.

Y claro, Zuccolillo no es un hombre acostumbrado a que las leyes y los órganos de poder le jueguen en contra. Por eso, ni bien conocida la decisión del tribunal electoral, hizo que su diario queme naves y aliente la desobediencia a la sentencia judicial, como si el acatamiento a las leyes fuera opcional.

Lo que hacen ABC y su patrón es apología del delito, algo penado por las leyes vigentes de este país, cuya crítica puede ser libre pero su obediencia obligatoria. Alguna vez habrá alguien que esté dispuesto a resistir la presión del poderoso empresario y le de lo que se merece.

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