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Acuerdo Mercosur-Unión Europea se dilata por cuestiones ambientales

BRUSELAS. El 28 de junio de 2019, se firmó un Acuerdo de Asociación Estratégica entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). A más de un año de aquel histórico momento, ambas partes aún no acordaron sobre una serie de mecanismos vinculados a las políticas ambientales. El debate central recae sobre el cuidado de la Amazonia, la región verde más extensa de Latinoamérica.

El tratado crearía un enorme mercado de más de 750 millones de personas, pero dirigentes de la UE y varios gobiernos europeos consideran inviable su ratificación en la forma actual, entreabriendo la puerta a la posibilidad de una reapertura de las negociaciones. Los documentos atraviesan actualmente la burocrática fase de revisión legal y traducción antes de ser transmitidos al Consejo Europeo, que reúne a los 27 mandatarios de la Unión Europea.

Luego, el texto definitivo será sometido a los parlamentos nacionales para ratificación. En octubre, el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, adelantó que no será posible ratificar el acuerdo sin compromisos ambientales claros y legalmente vinculantes. “En su forma actual, no lo presentaremos para ratificación, y creo que aún si lo hacemos no tendremos éxito”, dijo, sin medias palabras. Según indicó, para poder avanzar, la UE necesita del Mercosur “resultados y compromisos significativos” y será necesario definir «soluciones duraderas para la región amazónica”.

Esta visión ya se tradujo en posiciones firmes: los parlamentos de Austria y Holanda (así como el legislativo regional valón en Bélgica) ya descartaron ratificar el acuerdo en su forma actual, mientras que Irlanda, Luxemburgo y Francia expresaron fuertes reticencias. La ratificación del acuerdo requiere una unanimidad “que en este momento no hay”, dijo a la agencia internacional AFP un diplomático en Bruselas.

REABRIR O DIVIDIR EL TRATADO

El nudo del problema es el capítulo del acuerdo referido a desarrollo sostenible, que no está sujeto a mecanismos de solución de controversias, y menciona la utilización de buenas prácticas, de aplicación voluntaria. Así, gobiernos europeos y la propia UE temen que la expansión del mercado de productos agrícolas y carne provoque una dramática deforestación en la Amazonia a fin de aumentar la producción.

Un informe solicitado por el gobierno francés para definir su posición afirma que el aumento en la producción de carne vacuna para atender al mercado europeo representaría un incremento de 25% anual en los niveles de deforestación en el Mercosur, afectando un área equivalente a Holanda. Este escenario pone a las partes ante dos alternativas: reabrir las negociaciones, limitándolas a las cuestiones que impiden la ratificación, o dividir el acuerdo en dos, uno comercial y otro político.

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