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Ambigua política diplomática

La ambigüedad parece ser la política diplomática que representa el canciller Luis Castiglioni, como vocero del presidente de la República. A actitudes como el abierto coqueteo con el eje de Medio Oriente mientras intenta mantener una buena relación con Occidente, se suma ahora la reculada que tuvo el gobierno frente al pacto migratorio, del cual, primero, fue gran defensor, y ahora, decidió no firmar.

Ni bien la ONU anunció la firma del pacto migratorio, uno de los primeros países en adherirse públicamente fue Paraguay, así de onda, sin mencionar siquiera de qué se trataba el documento. No consultó con la ciudadanía, ni convocó a algún debate público, ni siquiera remitió una copia del proyecto al Congreso, que hubiera dado un viso más institucional a la cuestión. No hizo nada de eso. Simplemente, Castiglioni anunció que nuestro país se adheriría a ese pacto, porque sí, porque el presidente quería hacerlo. Llegó incluso a mostrar una decisión bien firme, asegurando que no retrocedería en la decisión, resistiendo cualquier tipo de presión ciudadana.

Pero bastó que se reúna con un grupo de opositores a dicho pacto para que, de manera inmediata, cambiara de postura. Y ahora, sin avergonzarse por una reculada tan monumental, el canciller anuncia que nuestro país, no solo no firmará el documento, sino que ni siquiera estará representado en la sesión que hoy realizará la ONU en Nueva York.

Esta decisión de no firmar el pacto migratorio no fue tomada porque el gobierno no está de acuerdo con él; es más, ni siquiera sabemos muy bien si está o no de acuerdo, ya que hasta ahora no se nos informó de su contenido, así que toda la población sigue tocando de oído y resulta pasto fértil para cualquier sector que apoye o se oponga a la entrada en vigencia de la nueva normativa.

Por ejemplo, los grupos que están en contra dicen que el pacto trae aparejada la ideología de género. No tenemos la menor idea de si esto es cierto o no porque nuestro gobierno, que ayer quiso y hoy no, firmarlo, jamás nos comentó cuáles son las disposiciones que se incluyen en el documento que hoy firmará gran parte de los países miembros de las Naciones Unidas.

Lo único que resulta obvio en todo esto es que, si por ahí el gobierno de Abdo Benítez tiene un programa de gobierno que desarrollar, la parte que corresponde a la política diplomática del país está en blanco, y va llenándose de a poco, de acuerdo a los vaivenes y antojos de algunos sectores o de los mismos colaboradores del presidente.

La diplomacia paraguaya ha tenido avances y retrocesos, aciertos y errores, pero nadie ha puesto en duda nunca hacia dónde iba la política exterior. Ahora eso es todo un misterio, ya que los cambios son constantes y sin un sustento positivo que haga ver a la ciudadanía que lo que se busca es que la buena imagen que nuestro país ha ido obteniendo en los últimos años ante la comunidad internacional se refleje en negocios con inversores extranjeros que traigan capital y trabajo para la población.

Si esta es la Cancillería que negociará con Itamaratí los temas que deberán ser cambiados en el Tratado de Itaipú, no nos queda más que apretarnos la cabeza y rogar un poco de misericordia.

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