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Amistades “incriminan” a HC, ¿a Rehnfeldt no?

El ejercicio del periodismo tendría que ser una cuestión seria y responsable. Exige un compromiso con la verdad, la transparencia y la objetividad que no cualquiera está en condiciones de asumir. Lastimosamente, hay demasiada gente que asume posturas, por directivas que recibe o por cuestiones personales, y lo hace sin analizar siquiera si está en condiciones de mantener su posición con la cabeza en alto y sin ruborizarse.

Cuando se inició la investigación sobre lavado de dinero en el caso de Darío Messer, Mabel Rehnfeldt fue una de las más entusiastas denunciantes de Horacio Cartes, a quien condenó por el delito de haberlo considerado amigo. Todas sus investigaciones estuvieron dirigidas a encontrar alguna complicidad del expresidente en los negociados del brasileño, y aunque hasta ahora no logró nada, siguió y sigue insistiendo con el tema.

Fue esta periodista, con su tenaz persecución, la que criminalizó la amistad, convirtiendo en un delito del cual acusar a Cartes el haberse convertido en amigo de Messer. Pero, había sido ella era una de las menos indicadas en acusar a alguien por el tipo de amistad que tiene, puesto que con los audios que se conocieron después del asesinato de la abogada de narcotraficantes, Laura Casuso, resultó que ambas eran amigas íntimas, según ésta lo había reconocido.

Como este es un país en el que las reglas de la ética y la objetividad no rigen, y hay medios en los que priman los intereses personales o patronales, uno, por lo menos tendría que asegurarse de no tener techo de vidrio cuando emprende una campaña en contra de alguien. Pero Mabel no lo hizo; atacó de manera despiadada a Cartes, a quien nunca pudo acusar de otra cosa que de ser amigo de Messer, algo que el expresidente jamás negó. Y si el brasileño es un presunto lavador de dinero, la amiga de ella era defensora de capos del narcotráfico.

Ese fue el error de la periodista estrella del Grupo Zuccolillo, no chequear primero su lista de amistades antes de decidir que las de Cartes lo convertían en delincuente. Como bien le dijo el defensor del Pueblo, Miguel Godoy, ella es la que debe dar explicaciones a sus lectores y oyentes sobre el tipo de amistades que elige.

Aclaremos las cosas. Ninguna amistad puede ser criminalizada. Las responsabilidades en hechos punibles son personales y no se transfieren a las amistades. Ni la de Cartes con Messer, ni la de Rehnfeldt con Casuso debieran ser mal vistas por nadie, porque decidir de quién ser amigo y de quién no es algo personal. Pero nadie es responsable por las decisiones o acciones que realizan sus amigos.

Lamentablemente, el odio que le tienen ella y su entorno a Cartes les hace cometer estupideces como esta, y los vuelve tan torpes que pierden la capacidad de análisis y terminan disparándose a sí mismos.

Eso sí, si se va a medir a todo el mundo con la misma vara, lo mínimo que debiera hacer el Parlamento es conformar alguna comisión bicameral para investigar la relación de amistad entre la periodista y la abogada de los narcotraficantes. Porque ellos fueron los que decidieron que los crímenes de los amigos se comparten con el entorno, aunque esto viole cualquier legislación y riña abiertamente con el sentido común.

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